La pérdida de las facultades mentales es el principal riesgo que corren las personas mayores. Las enfermedades de la cabeza, cuyos primeros síntomas son similares a los de la propia vejez, pueden pasar inadvertidas a la familia y al médico de cabecera. Sin embargo, están estrechamente ligadas al riesgo de tener un accidente. Un estudio de la Dirección General de Tráfico (DGT) --dependiente del Ministerio del Interior-- demuestra que casi la mitad de los enfermos con demencia ha tenido, como mínimo, un siniestro antes de dejar de conducir.

Especialmente dañino es el alzheimer, un mal que afecta al 4,3% de los mayores de 65 años. Según el informe editado por el grupo de investigación del envejecimiento de la Universidad de Barcelona, "muchos ancianos con demencia, especialmente en los primeros tiempos, continúan conduciendo y algunos plantean una amenaza considerable a sí mismos y a la población en general". La enfermedad de alzheimer se ha convertido en poco tiempo en una de las principales causas de fallecimiento entre la población de mayor edad y se caracteriza por una deterioro de facultades mentales.

DIFICIL ASUMIRLO El problema de este tipo de enfermedades es que quien la padece tiene dificultades para aceptarla. "La pregunta más difícil es saber cuál es el momento en que la demencia y la conducción son incompatibles", según los investigadores. "El diagnóstico de la demencia --añaden-- no significa que se tenga que dejar de conducir de inmediato, pero sí se requiere un mayor control y supervisión".

Según el informe universitario de la Universidad de Barcelona citado con anterioridad, los familiares de un conductor mayor deben tener en cuenta algunos errores cometidos al conducir. Algunas señales de alerta son, entre otras, realizar maniobras de giro con dificultad, conducir de forma irritada, confundirse en las salidas de autopistas, aparcar incorrectamente, chocar con las aceras y perderse por lugares conocidos.