Hacía ya tres años que los hermanos de las cofradías de Las Descalzas y La Estación no miraban con tranquilidad al cielo el Martes Santo. La lluvia ha impedido que sus imágenes hayan procesionado desde el 2010, por lo que ayer la devoción y el fervor, si cabe, se multiplicaban al ver salir a la calle los pasos. Nuestro Padre Jesús de la Espina y María Santísima de la Amargura lo hicieron desde el convento de Nuestra Señora de la Merced. Este año las principales novedades fueron los avances en la restauración del paso del Cristo --que se está llevando a cabo por fases--, que lució nuevos dorados de los respiraderos frontal y trasero y sus cartelas.

Además, la Virgen bajo el manto llevaba, por primera vez, una túnica del Cristo en lugar de la saya. Según explicó la hermana mayor, María Jesús Mediero, el vestidor sevillano que arregla la imagen ya había ataviado así a otra talla de la Amargura y cuando vieron el resultado les gustó mucho. "Está guapa, guapa", aseguró ayer antes de la procesión.

La salida de los pasos y cuando el coro Voces Corales cantó a las imágenes frente a la ermita de la Soledad fueron dos de los momentos más emotivos del recorrido, que fue seguido por numerosos fieles.

Mientras del convento de Las Descalzas partían el Cristo de la Espina y la Virgen de la Amargura, al otro lado del río el Cristo de la Angustia y María Santísima de la Misericordia salían de la iglesia de San Fernando para cruzar el Guadiana por el puente de Palmas. José Miguel Rico, hermano mayor de la cofradía de los ferroviarios, no ocultaba su emoción tras dos años sin poder procesionar por el mal tiempo, que sucedieron a otro en el que los pasos no pudieron pasar de la avenida Carolina Coronado por la amenaza de lluvia. Cientos de vecinos del barrio acompañaron a las imágenes. Aunque la restauración del Cristo de la Angustia finalizó el año pasado, como no procesionó, anoche era la primera vez que se presentaba a la ciudad.

La Virgen, por su parte, estrenó el manto y la toquilla, además de lucir un fajín donado por la viuda del general del Ejército del Aire Alfonso del Río y Sánchez Villar, que estuvo como instructor en la Base Aérea de Talavera, hermana honorífica de la cofradía.

También como novedad, y para recuperar sus orígenes y la sobriedad de la procesión, la hermandad prescindió de la banda de música y el acompañamiento se limitó a un timbal abriendo y otro cerrando el desfile, que vivió uno de los momentos más significados con el Sermón de las Siete Palabras en la plaza de la Soledad.