La desigualdad laboral se refleja no sólo en la cantidad y calidad del empleo, sino también en los salarios. La cifra que se maneja habitualmente es que la mujer cobra un tercio menos que el hombre. Si se depuran condicionantes como la dedicación al trabajo, experiencia, etcétera, se aprecia que no son sólo estos factores los que marcan la diferencia, puesto que aún así se siguen manteniendo distancias, y en iguales características del empleo la mujer cobra casi un 19% menos.

Sólo el 15% de los convenios colectivos vigentes en Extremadura recogen una cláusula general sobre no discriminación y en menos del 7% figuran acciones positivas para la igualdad.

Entre las conclusiones del estudio figura que la incorporación de la mujer al mundo del trabajo "no se ha traducido en un reparto de los empleos, sino en el alto nivel de paro femenino". De hecho, y según los datos del estudio, la mitad del descenso de la cifra de paro femenino en Extremadura en el último año se debe a que esas mujeres se han marchado del mercado laboral ante la falta de expectativas.

Con todo, se reconoce un avance durante los últimos años en la igualdad laboral, pero se añade que estos avances son excesivamente lentos, por lo que se reclaman nuevas políticas que aceleren el proceso de convergencia.

Por lo que se refiere a la tasa de inactividad, mucho más alta en las mujeres, el estudio pone en evidencia que más de la mitad de las mujeres no están en el mercado laboral porque se dedican en exclusiva a tareas domésticas, mientras que este apartado es muy poco relevante en los hombres. En éstos, lo que prima es la condición de jubilado.