El consejero de Desarrollo Rural, Francisco Javier López Iniesta, no podía ocultar su desolación: su primera actuación como miembro del Gobierno ha sido constatar la catástrofe sufrida por Valencia, el pueblo del que fue alcalde hasta mayo. Relataba cómo las calles y casas de las pedanías estaban cubiertas por una espesa capa de cenizas, y cómo al menos cuatro casas habían ardido en Jola. También entendía la resistencia de algunos vecinos de las aldeas, sobre todo los mayores, que llegaron a enfrentarse al Ejército para evitar el desalojo.