El 3 de diciembre del 2005, sábado, agentes del Seprona de Don Benito y Castuera entraban en la finca ´Los Lunares´ de Monterrubio de la Serena tras escuchar unos disparos. En su interior encontraron un tigre muerto, otro vivo, un león enjaulado y restos de cánidos decapitados.

Los agentes detuvieron a siete personas en la finca. El gestor cinegético M. D.; su hijo menor de edad; los guardas J. P. B. N. y M. B. N.; y los cazadores D. J. O., J. F. M. y B. T. S.(esta última es la única mujer).

Dentro de la denominada ´Operación Safari´ la Guardia Civil considera que los sospechosos cometieron, al menos, tres actuaciones ilegales. Se trata de importación de lobos con cartillas de perros cimarrones, cacerías de lobos, y compra y abatimiento de especies exóticas (como tigres y leones).

Según explicó posteriormente la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente, esta finca de Monterrubio de la Serena tenía una licencia genérica como coto intensivo de caza.

Sin embargo, para llevar a cabo cualquier tipo de cacería debía comunicarlo previamente --en cada una de ellas-- a la propia Consejería. Lo cierto es que nunca solicitó autorización para realizar ninguna batida, según la propia Consejería.

Pocos días después de que surgiera el escándalo de los ´safaris´ de Monterrubio, la Guardia Civil localizó 12 antílopes indios en un coto de Zarza la Mayor, ´La Rivera´. Esta finca está gestionada por un asturiano y se dedicaba de forma específica a organizar batidas de caza ´artificial´, aunque en un primer momento no se pudo confirmar si los antílopes indios se estaban cazando o eran solo para coleccionismo animal.