Fue el día de las despedidas, de las lágrimas, de los rostros compungidos, de los abrazos y de las oraciones. Los funerales de los asesinados en el 11-M comenzaron a celebrarse ayer en las localidades natales de los fallecidos. Alcalá de Henares, localidad donde residían unos 40 muertos, protagonizó una de las misas más multitudinarias. Pero Guadalajara, Burgos, Asturias, Ciudad Real y Avila también rindieron homenaje a los suyos.

Además, en varias ciudades españolas se celebraron misas por los 200 asesinados. Más de mil personas acudieron a la catedral de Valladolid, donde el arzobispo Braulio Rodríguez presidió una ceremonia en la que pidió a los asistentes, más de mil personas, "un frente común de convivencia". El arzobispo calificó de "absurdos" los atentados porque "justifican lo injustificable, la muerte".

En Guadalajara, provincia en la que nacieron ocho de las víctimas mortales, cerca de 1.500 personas se reunieron en la Iglesia de San Francisco. Allí, el obispo de la diócesis, José Sánchez, condenó "sin paliativos" los atentados: "Nada ni nadie puede justificar la muerte de un semejante por la consecución de supuestos objetivos políticos, religiosos o ideológicos". ALCALÁ DE HENARES: El llanto incontenible de los dos huérfanos de un subteniente

Los dos huérfanos del subteniente del Ejército del Aire Félix González Gago intentaron mantener la compostura durante toda la ceremonia. Pero la tensión era demasiado grande para sus 8 y 10 años de edad. Casi una hora duró el funeral del polideportivo El Juncal de Alcalá de Henares y más de diez veces rompieron a llorar. Hasta que no aguantaron más. Al pequeño se lo llevaron y el mayor rompió a llorar sin consuelo, mientras clavaba desorientado sus ojos en el ataúd. Tres psicólogas acudieron en auxilio de los pequeños, pero ya era demasiado tarde.

La celebración religiosa --organizada por el Ayuntamiento de Alcalá--, estaba convocada para despedir a la cuarentena de víctimas mortales que residían en la zona, pero los responsables del Ayuntamiento de Madrid que coordinan los actos fúnebres decidieron derivar a los familiares a los tanatorios de la capital sin dar más explicaciones. Al final sólo había dos féretros, pero las más de mil personas que abarrotaban la instalación rezaron por el resto de convecinos fallecidos y sus familias.

El obispo de la archidiócesis de Alcalá, el valenciano Jesús Catal , recordó que "bajo ningún concepto de ideología, ni nacionalismo está justificada esta barbarie". De los terroristas dijo que "quien esto hace ha perdido la racionalidad, su propia libertad, se embrutece a sí mismo y deja de ser hombre" y dijo que "hay una justicia divina de la que no escapa nadie".

Otro de los momentos dramáticos se produjo cuando los trabajadores de Antena 3 que cubrían el acto descubrieron que el marido de Pilar Cabrejas, la otra fallecida, era compañero de trabajo. Tampoco pudieron contener las lágrimas. Pilar Cabrejas era una empleada de Telefónica de 36 años que, como cada mañana, se dirigía a su trabajo en la capital en uno de los trenes de la muerte.

Pero los peores momentos los vivió la familia del subteniente del Ejército del Aire destinado a la base de Torrejón. "Era una gran persona y buen militar, muy amigo de sus amigos", comentaba con lágrimas en los ojos un teniente amigo suyo.

Pero los que lo pasaron peor eran los huérfanos. ¿Quizás no debían haber estado allí? "Es posible. Lo mejor es mantenerlos protegidos", admitió Pilar, una de las psicólogas voluntarias, pero repuso que "en este caso es imposible protegerlos porque cualquier cosa les recordará la tragedia: la televisión, los amigos". En última instancia, explicó, la decisión la toma la familia, y la madre prefirió "que pasaran el mal trago para entrar ya en una nueva fase".

Vecinos y familiares cerraron la ceremonia con una gran ovación a las víctimas. ALCALÁ DE HENARES: El desgarro por un padre e hijo muertos en el mismo tren

Peores todavía fueron las escenas que se vivieron en el vecino cementerio de la ciudad jardín de Alcalá de Henares. Miles de ciudadanos colapsaron todos los accesos para asistir a los entierros de otros 11 vecinos de la localidad. Uno a uno fueron desfilando los cadáveres de Ana Isabel Gil Pérez, David Vilela, Juan Pablo Moría, Inmaculada Castillo, Rodolfo Benito, Carlos Tortosa, Javier Menjíbar, Francisco Moreno e Inés Novellón.La situación más dolorosa la vivió la familia de Francisco Javier Rodríguez y Jorge Rodríguez, padre e hijo, que viajaban juntos en el mismo tren y murieron juntos. El dolor de la esposa era paralelo al de dos hermanos que vivían solos con su madre, fallecida en el atentado.Para atenderlos a todos se desplazaron al cementerio 30 psicólogos reclutados de modo voluntario por el Movimiento por la Paz. El coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, también acudió a respaldar a las familias de compañeros de su formación.MILAGROS (BURGOS): Julia, una madre de familia a la que le gustaba la cultura

Julia Moral García fue enterrada ayer en Milagros, la localidad burgalesa en la que había nacido hace 53 años. Allí era muy conocida porque solía organizar muchas de las actividades culturales que se celebraban.Julia estaba casada con Francisco García Palomar, natural de Valdezate (Burgos), y tenía dos hijas: Patricia, de 19 años, y Raquel, de 16. La familia vivía en la localidad madrileña de Santa Eugenia. El pasado jueves, Julia se despidió de una de sus hijas en la estación y tomó un tren de cercanías en dirección a Madrid capital. Este estalló más tarde, en El Pozo del Tío Raimundo.CIUDAD REAL: Encarna, la cocinera que se fue a Madrid tras divorciarse

Una vez que se divorció de su marido, hace varios años, Encarnación Mora Donoso se mudó de su localidad natal, Granátula de Calatrava (Ciudad Real), a Torrejón de Ardoz (Madrid). Allí tenía varios familiares y pensó que sería una buena oportunidad para empezar de cero.Encarnación --que tenía 62 años y tres hijos-- era una excelente cocinera. Además, era una mujer muy emprendedora. De hecho, estuvo trabajando en el extranjero. Ayer, el consistorio de Granátula habilitó una nave industrial para celebrar allí una misa de cuerpo presente y rendir homenaje, de paso, a todas las víctimas del funesto 11-M.VILLALLANA (ASTURIAS): María José deja un hijo y una madre rotos por el dolor

Entre aplausos, el féretro de María José Alvarez fue trasladado ayer a hombros desde la casa de sus padres hasta la capilla donde se celebró su funeral, en Villallana (Asturias). A la misa acudieron su padre, su hermana y su hijo, de 23 años. Su madre, sin embargo, no pudo porque se encontraba muy afectada.María José, de 48 años, estaba separada desde hacía 15. Se mudó a Alcalá de Henares cuando tenía 22 años. Era administrativa y durante muchos años trabajó en el Ayuntamiento de Madrid, aunque hace un par de años fue trasladada a la viceconsejería de Educación. Según sus familiares, solía visitar a menudo su pueblo natal.MUÑOSANCHO (AVILA): Un funeral tras la llegada de la peor noticia sobre Miriam

Los familiares de Miriam López Martín, de 31 años, pasaron todo el 11-M sin saber si su hija estaba viva o muerta. Finalmente, el viernes recibieron la peor noticia. Ayer, organizaron su funeral en su pueblo natal, Muñosancho (Avila), y recibieron el cálido respaldo de más de 500 vecinos. Tras la misa, la comitiva fúnebre se trasladó al cementerio, donde fue enterrada.