A Catalina Tuda el pasado mes de diciembre las alegrías y las preocupaciones le llegaron por partida doble. Dio a luz a Nicolás y Alfredo a los que se veía incapaz de dar el pecho, "no tenía fuerzas para los dos". Además de los mellizos tiene otro par de hijos de cuatro y dos años, por lo que si algo no le sobraba, era tiempo.

Los bebés no dormían bien, "regular el sueño a los dos --dice- es más difícil que a uno solo". Cuando los mellizos tenían un mes se enteró por una amiga del programa de investigación puesto en marcha por el departamento de Fisiología de la Universidad de Extremadura (Uex) y decidió consultar con su pediatra. Asesorada por él, comenzó a participar en la fase experimental y los resultados fueron de lo más alentadores.

Los investigadores proporcionaban tres muestras diferentes de leche artificial para que se las dieran a sus bebés una cada semana. Los padres desconocían cuál de esas leches era la que se supone beneficiaría al sueño de los niños.

"Primero hacíamos un par de semanas de control y la tercera dábamos al bebé la leche día y noche", explica la investigadora Carmen Barriga Ibars. "Yo no sabía exactamente lo que hacían, fue a la tercera semana cuando empecé a notar que dormían bien. Desde entonces, todavía no han tenido una mala noche", asegura la madre de los mellizos. "Mis hijos son muy tranquilos y creo que el sueño también influye en esa tranquilidad".

Este mismo estudio se realizó con otros 45 bebés de hasta cinco meses. En la fase experimental también participaron 13 pediatras que asesoraban a los padres. "Los pediatras nos apoyaron porque sólo variábamos los componentes de la leche artificial dentro de los límites permitidos. Sabían que lo único que podía ocurrir era que continuaran los problemas de sueño", dice Barriga Ibars.

Y los resultados avalaron las mejores previsiones. "El 75% de los padres notaron que sus hijos empezaron a dormir bien y con un sueño reparador. La efectividad comenzaba al segundo o tercer día de la tercera semana", dice la investigadora.

Julia Hernández es otra de las madres que corrobora estos resultados. "Tenía muy poca leche y a los 15 días tuve que empezar con el biberón", recuerda.

Cuando se incorporó a la fase experimental de la investigación de la Uex, Paula, su hija, se despertaba cada pocas horas por la noche. "Después de la tercera semana la niña empezó a dormir seis o siete horas de un tirón" y Julia casi no podía creer la efectividad del producto.

"Dicen que cuanto más duermen, más crecen. ¡Así está la mía de grande! No hay más que verla". Paula Ballesteros tiene ahora cuatro meses y medio y su madre tiene claro que no cambiará de leche hasta los 6 meses.