¡Ay el nuevo talante! ¡Cuánto trabajo le está dando al presidente del Congreso! Que han cambiado las cosas en la Carrera de San Jerónimo es cosa probada. Ayer, primer pleno de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente, no se cortó la calle como ocurría en tiempos de José María Aznar. Es más, casi no había policía en los aledaños del Congreso. Por si era poca novedad, en la tribuna de invitados un grupo de artistas asistió al pleno con camisetas ilustradas con un gran No a la guerra . Y nadie les conminó a desvestirse "por orden de la presidencia de la Cámara".

La exhibición de talante de Manuel Marín, presidente del Congreso, empezó ya por la mañana, en una discutida sesión de la junta de portavoces para decidir la forma en la que se desarrollaría por la tarde el debate sobre la vuelta de las tropas de Irak. Tardaron sus señorías, pero llegaron a acordar los tiempos de los turnos y a aceptar la negativa del PP para que no hubiera votación final.

Tiempo excesivo

Marín acudió a las 4 de la tarde ingenuamente convencido de que tenía a los diputados satisfechos, y que no habría disputas sobre los turnos de los portavoces. Pero se le atravesó el talante. El de la oposición popular, claro. Empezó Mariano Rajoy duplicando en su intervención inicial los 10 minutos acordados para cada portavoz. Y Marín se lo permitió, para que nadie dudara de su talante.

Siguió el paciente presidente consintiendo una sesión en la que el comportamiento del PP rayó en varias ocasiones lo intolerable. Las intervenciones del jefe del Ejecutivo tuvieron de fondo el revuelo permanente de los populares. Los seguidores de Rajoy tuvieron su momento culminante cuando el jefe del Gobierno se refirió a la votación que le llevó a la presidencia. "Hubo una votación...", logró articular Zapatero. Y bramó un diputado de la derecha: "La del 11-M", en alusión al macabro atentado de Madrid. Marín no reprendió al exaltado. Cuestión de talante.

Luego hablaron el resto de grupos. Rajoy no les oyó, porque utilizó ese tiempo para fumarse un gran puro en el pasillo que rodea el hemiciclo. Su esposa, Elvira Fernández, en cambio, aguantó el tirón quietecita en su sillón de la tribuna de invitados. Ni un gesto hizo en toda la tarde, de modo que es difícil interpretar cuál fue el orador que más la entretuvo.

Atento portavoz popular

Pero la ausencia prolongada de Rajoy no dejó al PP sin ojos y oídos en la Cámara. Ahí estaba ese atento portavoz del grupo popular, Eduardo Zaplana, para velar por los intereses de los suyos. Pero no tenía su mejor día. Lo dejó patente en la recta final del pleno.

El portavoz protestó cuando Zapatero respondió a su jefe de filas, Rajoy, una batería de preguntas concretas que éste le había realizado. Al exministro de Trabajo no le gustó que el presidente del Gobierno contestara en solitario a Rajoy en lugar de hacerlo al final y en conjunto a todos los portavoces. Marín consintió la protesta, a pesar de no tener precedentes en la reciente historia parlamentaria. Más talante.

Zaplana no quedó satisfecho. Como las intervenciones de los grupos recordaban que fue el Gobierno de Aznar el que mandó las tropas españolas a Irak que ahora devuelve a casa el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, Zaplana volvió a pedir la palabra. "Quiero protestar enérgicamente porque todos los portavoces se están metiendo con el PP, presidente. Le pido que garantice el respeto a todos los diputados". Marín, esta vez algo confuso, se pasó de talante, y concedió un nuevo turno a Rajoy para exponer su protesta, a pesar de que no le correspondía reglamentariamente.

Falta de previsión

Y pasó lo que pasa cuando uno se sale del reglamento, por exceso de talante. El líder de la oposición, más confundido que Marín, no tenía preparado nada que decir para una ocasión que no estaba prevista. Así que movió a la carcajada de buena parte de los presentes al utilizar su turno para reiterar la protesta de Zaplana: que no estamos aquí para hablar del envío, si no de la vuelta de las tropas, vino a decir, indignado por volver a sufrir el suplicio de ser controlado por el Parlamento a pesar de no estar ya en el Gobierno.

A la vista de que la cosa corría el peligro de eternizarse, Marín dio por cerrado el debate. Ahí le falló el talante. El presidente del Gobierno pidió la palabra para cerrar la sesión. Agradeció a todos los grupos "menos uno" el apoyo a su decisión de retirar las fuerzas españolas de Irak y acabó con una ironía: "Y permítanme que lo diga sin mirar al PP, no vaya a ser que al señor Zaplana le dé por volver a pedir la palabra".