--En una década la cifra de niños de 3 a 6 años se ha reducido en Extremadura, al contrario que en otras comunidades. ¿Qué análisis sociológico se puede hacer de ello?

--Las tendencias en Extremadura se suelen manifestar con cierto retraso. A nivel nacional hace una década había un millón de niños menos que ahora, la cifra empieza a recuperarse fundamentalmente por los inmigrantes.

--¿Extremadura también conseguirá frenar esta tendencia?

--Efectivamente. Hay una tendencia a apostar por edades más jóvenes para la maternidad a pesar de que no se han modificado sustantivamente las políticas públicas de apoyo a las familias.

--¿Cómo afecta la incorporación de la mujer al trabajo?

--En la región la mujer se ha incorporado más tarde que en el resto de España a ese mercado laboral, aunque trabajar ha trabajado siempre. También es fruto de los niveles de formación académica. En los últimos años, en torno al 25% de los jóvenes extremeños son universitarios --la media nacional está sobre el 40%--. Esos grupos de jóvenes universitarios también van a retrasar su maternidad y paternidad.

--¿Y sobre los inmigrantes?

--También han llegado más tarde a Extremadura. En torno a un 3% de la población extremeña es inmigrante, a nivel nacional esta cifra es del doble. Este también será otro de los elementos que hará que la natalidad aumente en el futuro.

--¿Qué consecuencias sociales acarrearía a la región que no se frenara esta tendencia?

--No habría una sucesión natural, pues nos encontraríamos con una población mucho más envejecida que afectaría a todos los ámbitos. Además, cada vez se retrasa más la muerte.

--Hace algunos años las familias de tres hijos eran habituales y ahora parecen una excepción...

--En países como Holanda o Noruega tienen una política natalista tremendamente favorecedora por lo que tener dos, tres o cuatro hijos antes de los 30 años es habitual. En España no, y, en Extremadura, menos, porque precisamente en Extremadura quienes no tienen hijos son las clases medias. En Noruega, donde estuve una temporada hace unos años, daban 500.000 pesetas por cada hijo que tuvieras, más 25.000 pesetas hasta que cumpliera 18 años cuando se emancipaba, sin ningún problema de vivienda, con alquileres estatales muy baratos, el paro allí era cero... En Extremadura las mujeres cada vez se incorporan más tarde al mercado laboral y el nivel formativo implica nuevas aspiraciones. Tenemos un nivel de desarrollo social muy complicado para este tema.

--¿Puede llegar a ser un factor de frustración para muchas parejas jóvenes querer tener hijos pero no disponer de recursos?

--Nuestra sociedad está caracterizada por la estratificación. Estamos estratificados por géneros, los hombres mandamos sobre las mujeres; por etnias, los blancos mandamos sobre los gitanos, inmigrantes... pero también por edad, los adultos mandamos sobre los jóvenes. La teorización de lo que algunos colegas llaman la placenta social (emancipación tardía) implica que como estamos en una sociedad cada vez más compleja el joven necesita más formación para ser eficaz en el entorno social. Tiene una parte de lógica pero en el fondo no es más que el reparto del pastel social que se hace a través de las edades mayores --los mejores puestos los tenemos los mayores--. Cuando un joven a los 29 o 30 años aún no ve perspectivas de futuro de verdad, hay una frustración generalizada que incide en la paternidad y la maternidad. Es una lacra que algún día nos pasará factura. Esa estratificación tan abultada no sólo es una de las causas de retrasar, y a veces anular, la paternidad y maternidad, sino que también genera un cabreo generalizado.