Nadie recuerda ya aquellas polémicas fotos. Esas que abrieron la secciones de periódicos, y en las que se veía a un anciano paseando a lomos de un burrito. Era el año 1996 y la Ciudad de la Cordialidad, que hacía historia en el fútbol con un Extremadura ascendido a Primera División, se volvió hostil por unas horas: temían que la gesta de su equipo quedara deslucida por los tópicos. Ha pasado más de una década desde aquello y Almendralejo sigue hoy conviviendo con dos almas, la que lucha por no perder su idiosincrasia como pueblo, y la que avanza decidida hacia la conquista de la condición de ciudad.

En mitad de ese debate interior, la localidad vuelve a ocupar las páginas de los periódicos. Esta vez por su capacidad de predecir lo que ocurrirá en las generales. Ya le llaman el pueblo oráculo , pues sus resultados municipales suelen ser extrapolables a los que se dan en las elecciones generales.

Quizá no sea casualidad y en esta localidad se vote teniendo presente que sus problemas se asemejan a los de ciudades más asentadas. Las dificultades de integración de los inmigrantes, la situación de los mayores, la falta de oportunidades para los universitarios o la inseguridad han quitado peso a los temas que hasta ahora formaban parte de la refriega política: quedan pocos baches, las calles lucen limpias, nadie denuncia proyectos inacabados ni la falta de infraestructuras.

En este escenario, el actual alcalde del PSOE, José María Ramírez, se enfrenta a Santiago Fernández (IU) y a Ana Sánchez (PP) por la alcaldía. ¿Repetirá Zapatero en el 2008?

Realidades

Juana García cambia de canal con desinterés. Sentada en su butaca habla con preocupación de las dificultades que tiene que pasar para llegar a fin de mes. Es viuda y tiene una pensión de unos 300 euros. "Tengo que pagar 150 euros de alquiler, la luz, el agua... Dime tú si no tuviera a mi hija".

Su discurso le sonaría familiar a Víctor Morillo, si no fuera porque les separan 53 años. Este almendralejense, de 31, trabaja en una asociación para enfermos mentales y reconoce que el futuro de los jóvenes es incierto: "No se puede vivir, si ganas mil euros, y tienes que pagar una hipoteca de 500 ó 600 ya me dirás", y apostilla con cierto pesimismo: "Lo que hay que pedirle ahora a los políticos es que hagan algo para que suban los sueldos". ¿Problemas en la ciudad? "problemas locales, lo que son locales, creo que no".

Según el Ministerio de la Vivienda, Almendralejo es la ciudad que más barato vende el metro cuadrado, a 930 euros. Sin embargo, la realidad es otra. "El problema de la vivienda es real, y ningún político hace nada para solucionarlo", asegura Víctor, que, dice, vota siempre a la izquierda. Para Juana la elección es más difícil. "Que sé yo si voy a ir a votar", dice en un suspiro, mientras con la cara dolorida se toca la "pierna mala". "Yo siempre voté a Adolfo Suárez".

Pedro Rodríguez tiene 54 años y es socialista de toda la vida. Ahora duda si votar. Aunque en Almendralejo la crispación no ha llegado al ayuntamiento, Pedro reconoce que quizá sí le influya el 27-M. "El panorama nacional está de pena". En los bares de la ciudad los temas de conversación entre café y café son la excarcelación de De Juana Chaos o el terrorismo, "poco sobre los problemas de aquí", dice este prejubilado, antes empresario, que aplaude, no obstante, que en el pueblo se note el desarrollo. "Han venido muchas empresas y las que había siguen creciendo". María Agudo, de 61 años y de familia de agricultores, lo tiene mucho claro. "Yo siempre voté al PP y seguiré votándole", aunque añade: "Al pueblo aún le quedan muchas cosas, aunque poco a poco se están haciendo".

Mirada al futuro

Extremadura necesita ganar población, y de esto sabe mucho Almendralejo. En 10 años ha pasado de 27.209 a 30.741 ( censo del 2006), un salto poco significativo si no fuera porque de esos 3.532 nuevos habitantes, 2.180 son inmigrantes --en 1996 solo había empadronados 161 extranjeros--.

Elena Franco conoció a Marlon a ritmo de salsa. Fue hace dos años y medio, justo en mitad de la travesía que había iniciado este colombiano de 20 años. Llegó a España, desde la zona tropical de Cali, con solo 14. Sus metas, cortas, las normales de un niño: estudiar.

Sin embargo fue pisar suelo español y el niño dio un estirón, y creció a base de desilusiones. Tuvo que empezar a trabajar y a vivir sin su familia. Hasta hoy, que ha logrado tener una casa propia, un contrato fijo en una empresa de mármoles en Almendralejo y una historia repleta de anhelos y experiencias poco propias de un joven de 20 años.

En el 2005 consiguió regularizar su situación "después de trabajar en la vendimia y con los albañiles" y "sin contrato y por una miseria", le apostilla Elena, que ahora prepara unas oposiciones de Educación Infantil y opina que, "pese a que en Almendralejo hay mucho trabajo, son los universitarios los que lo tienen un poco más difícil". De todas formas, el sueño de Elena en estos momentos uno muy claro y definido, que Marlon consiga pronto la nacionalidad.

De las elecciones poco que decir. Sus problemas son más inmediatos. Para las municipales y las autonómicas, todavía queda mucho para ellos.