En torno al 20% de los niños y adolescentes extremeños sufren algún tipo de problema relacionado con el peso. El 15% de estos jóvenes sufren problemas de sobrepeso, más chicos que chicas, y el 5% tienen problemas de obesidad. Estos datos hacen que la situación de esta enfermedad en la región sea muy parecida al resto del país. Así lo confirmó a este periódico José Enrique Campillo, médico encargado del departamento de Fisiología Humana de la Uex y especialista en nutrición.

Estudios recientes señalan que estas cifras han aumentado de manera considerable en los últimos años, tendencia, que según los expertos, se va a seguir manteniendo. La causa principal de este incremento de niños con problemas de sobrepeso y obesidad, según indicó Campillo, es la carencia de ejercicio físico en su actividad diaria.

"El problema no es que los niños ingieran gran abundancia de alimentos calóricos, porque el niño tiene el metabolismo muy activo y si hace ejercicio cada día, corriendo, saltando o jugando, es capaz de quemar grandes cantidades de calorías" afirma Campillo.

FALTA DE EJERCICIO El problema reside en el enorme sedentarismo que atenaza a la población infantil y juvenil extremeña. "Todas las horas que antes destinaban a hacer ejercicio, ahora las gastan sentados delante del televisor, la videoconsola o el ordenador" manifiesta Campillo. Un exceso de alimentación, junto a una ausencia de ejercicio físico, es la causa del sobrepeso en los más pequeños.

Respecto a la falta de actividad física, la situación en las chicas es mucho más grave, ya que casi el 40% de las niñas extremeñas confiesan que no practican deporte. Aún así, las chicas tienen menos problemas de sobrepeso porque comen menos.

Por otro lado, los especialistas se encuentran muy preocupados por el incremento de niños que sufren sobrepeso y obesidad ya que pueden causar en los jóvenes la aparición precoz de enfermedades como diabetes de tipo 2 (la del adulto), colesterol

, triglicéri-dos, hipertensión arterial o arterios-clerosis, según indica Carlos López Giménez, médico especialista en endocrinología y nutrición.

Además, explica la endocrinóloga pacense María Teresa Muñoz Calvo, hay que tener en cuenta que los diferentes estudios han estimado un alto porcentaje de niños obesos que tienen riesgo de padecer la misma enfermedad en la edad adulta.

De este modo, si el niño es obeso a los 7 años el riesgo de ser adulto obeso es del 41%; si es obeso entre los 10 y 13 años el riesgo es del 70% y si es obeso en la adolescencia tiene un riesgo del 80% de ser obeso adulto.

La obesidad es una enfermedad que se puede prevenir. Según indican los expertos en nutrición, las medidas preventivas deben comenzar en la primera época de la vida, identificando los sujetos de riesgo a partir de una historia clínica detallada, en la que se consideran fundamentales los antecedentes familiares. Es importante además fomentar la lactancia materna; retrasar la introducción de alimentos lácteos en a dieta del lactante; promover campañas de educación sanitaria con información dietética en la infancia y la adolescencia; y, por último, fomentar la actividad física.

Las estrategias de la prevención de la obesidad se basan en la iniciación de la prevención a través de los cuidados en atención primaria, con programas dirigidos al ambiente familiar del niño con riesgo de obesidad y a programas desarrollados en el medio escolar.

TRATAMIENTO En cuanto al tratamiento de la obesidad, la doctora María Teresa Muñoz asegura que no es fácil y que en la mayoría de los casos conduce al fracaso. Asimismo, afirma que los resultados obtenidos a largo plazo muestran que el 80% de los niños vuelven a su percentil de peso previo. La especialista en endocrinología apunta a que el tratamiento no sólo debe de ir dirigido al niño sino también a su familia.

Además, es muy importante la reeducación nutricional que debe realizarse con toda la familia. Se aconseja no hacer regímenes preestablecidos pero sí llevar una dieta equilibrada en la que se eviten los alimentos con alto contenido calórico. Es esencial incrementar la actividad física en el niño, estimular los paseos diarios en los que no tengan hábitos deportivos y animarlos a que participen en deportes, ya que aumenta el gasto enérgico y disminuye la lipogénesis.

En estos casos, el soporte psicológico también es una parte importante del tratamiento. El factor psicológico es esencial para ayudar a los jóvenes a lograr su adaptación a los hábitos alimentarios. Los familiares del niño afectado por la obesidad tienen que seguir la misma alimentación y acompañarles en los ejercicios deportivos.

El doctor Campillo, basándose en los estudios llevados a cabo por el departamento de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Extremadura en la población juvenil extremeña, incide en que "los jóvenes no se encuentran mal alimentados en cuanto a la cantidad de calorías que ingieren, pero sí tienen una dieta mal proporcionada, rica en grasas, pero baja en hidratos de carbono".

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