La dehesa produce ricos pastos para alimentar al ganado, pero si estos se sobreexplotan y no se cuidan pueden sufrir un deterioro en su composición que, unido a los efectos que provocará el cambio climático sobre los campos en los próximos años, podría llevar a destruir la sostenibilidad de este paisaje mediterráneo, y especialmente de zonas como Extremadura, que cuenta con 1.430.000 hectáreas de territorio ocupado por este ecosistema, es decir, el 34% de la superficie de la comunidad autónoma.

Esta llamada de atención sobre la continuidad de una de las principales fuentes de riqueza de la región ha motivado las investigaciones de dos profesores de la Universidad de Extremadura, empeñados en establecer un mecanismo que facilite la detección de aquellas zonas que están más sobrecargadas, con el fin de corregir la situación y preservar el rico patrimonio natural que proporciona este ecosistema.

El profesor Daniel Patón, del Area de Ecología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Extremadura, ha establecido una fórmula matemática que permite hacer un diagnóstico sobre la intensidad con la que se explotan los pastos de los territorios. En el caso del grupo de investigación de la Facultad de Filosofía y Letras al que pertenece Leco, el sistema utilizado se basa en comprobar la cantidad de pastos disponibles a partir del análisis de imágenes por satélite en distintas épocas del año.

HERRAMIENTA UTIL El trabajo del profesor Patón, que ha sido publicado en inglés en la revista del Instituto Internacional Agronómico Mediterráneo, propone un mecanismo de cálculo que se sustenta en la estabilidad de la biomasa, es decir, en las fluctuaciones temporales de productividad de los ecosistemas mediterráneos.

Aunque su campo de actuación se limitó a la sobrecarga de cérvidos en los pastos del Parque Nacional de Monfragüe --donde se ha detectado que hay un exceso de estos animales en el 15% de su extensión-- este método se presenta como una herramienta "muy útil para detectar de forma inmediata qué zonas se encuentran sobreexplotadas", señala el investigador. En concreto, consiste en cifrar la productividad potencial de pastos de un determinado área y, en función de ésta, fijar el número máximo de animales que pueden alimentarse en la zona.

MODELO MATEMATICO A modo de ejemplo, Patón indica que una hectárea de la zona de Los Llanos de Cáceres produce una media de 1.300 kilos de pastos. En función de este modelo matemático, la sostenibilidad de la zona quedará garantizada si se deja sin consumir en torno al 30% y el 40% del total, es decir, unos 500 kilos, que servirán como "colchón amortiguador para garantizar el desarrollo sostenible de la dehesa".

La manera más efectiva de cumplir con esta premisa no es otra que reducir el número de animales que pasta en una zona que ya está sobreexplotada. Por ello, Patón es consciente de que este método puede generar ciertas reticencias entre los ganaderos, porque "es como decirles que ganen menos dinero", aunque insiste en que "es la única manera de que pueda seguir ganando a largo plazo".Por otro lado, la tendencia al alza de precios de las materias primas de los piensos destinados a la alimentación de los animales, anima aún más a la puesta en marcha de medidas de protección de un ecosistema que garantiza una buena parte de la alimentación del ganado sin coste adicional al ganadero.

"Con la sobrecarga, el pasto va degenerando y, por tanto, produciendo especies que no son interesantes para la nutrición de los animales. No es que vaya a desaparecer la dehesa, pero sí su sostenibilidad", sostiene Patón.

No obstante, la situación se ha agravado en las últimas décadas, especialmente desde hace 20 años, fecha en la que se ha producido "un proceso de intensificación de la dehesa", según indica el investigador.

Este "mal manejo" tendrá aún consecuencias más graves en el futuro si no se pone remedio a la actual situación, debido a las repercusiones que el cambio climático tendrá sobre esta zona del planeta, en la que se espera una reducción de las precipitaciones y un aumento de las temperaturas, con lo que, este ecosistema será más sensible a cualquier alteración.

FACTORES A CORREGIR Por su parte, el profesor de Geografía Humana en la Facultad de Filosofía y Letras Felipe Leco, trabaja actualmente con imágenes por satélite determinar la ocupación real de las dehesas en Extremadura. Aunque no conoce el método matemático de Patón, la fórmula en la que está trabajando para calcular si una zona está o no sobreexplotada es muy similar, porque también incide en la cantidad de biomasa que produce un terreno para saber si en ella se produce una sobrecarga.

En su opinión, hay varios factores que han provocado el deterioro y que hay que corregir en aras a la preservación de los espacios. Por un lado, la ya mencionada sobreexplotación ganadera. Por otro, el progresivo abandono de las labores agrícolas, que favorecen la regeneración de los pastos, produciendo hierbas más ricas desde el punto de vista nutricional, además del deterioro de los árboles que ocupan estos territorios.

Para dar la vuelta a la situación y garantizar la continuidad de las dehesas por muchos años, Leco apuesta además por potenciar otros usos de los bosques mediterráneos, como el turismo rural, que permitan diversificar la actividad económica.