Una cosa es conseguir el carnet de conducir y otra poder ponerse al volante. No se trata de las dificultades para pagar un vehículo ni de las complicaciones que surgen por la falta de experiencia, en el caso de los discapacitados la gran barrera que separa un hecho de otro es la adecuación del automóvil a las condiciones que impone la situación física del conducor.

Por eso, actualmente, en el mercado automovilístico el colectivo de discapacitados dispone de dos alternativas a la hora de acondicionar su vehículo. Por un lado, existen empresas de mecánica especializadas en la adaptación de los automóviles. Instalan cambios de marchas automáticos, trasladan el control del acelerador y el freno de los pedales al volante, habilitan mandos como intermitentes y limpiaparabrisas en los dos lados y colocan rampas de acceso o asientos giratorios, entre otras cosas. Es el caso de Rehatrans, una compañía ubicada en Madrid y que cuenta con 10 años de experiencia.

"Estamos permanentemente en colaboración directa con los principales fabricantes para ofrecer los más avanzados sistemas que llegan al mercado y ofrecemos soluciones al discapacitado, tanto si es el conductor como si viaja en calidad de pasajero", señalan.

Sin embargo, como reconocen tanto autoescuelas como usuarios, adaptar un coche no es un proceso barato. "Solamente la adaptación interior nos ha costado 4.000 euros", destacan en la Autoescuela Nasa de Badajoz, una cantidad similar a la que se ha gastado Cocemfe Cáceres para colocar un sillón giratorio en una de sus furgonetas.

Por eso, muchos se echan atrás a la hora de comprar un vehículo de las grandes marcas y apuestan por ofertas algo más asumibles como la de la compañía Vexel (Vehículos Extremeños Especiales Ligeros). Creada en 1997, desde sus talleres de Badajoz se ha especializado en la fabricación de automóviles que pueden ser conducidos directamente desde sillas de rueda.

Su producto estrella es el Quovis, un coche pequeño --para una sola persona-- que nació en el 2001 con la peculiaridad de tener una puerta y una rampa de acceso en la parte posterior del vehículo. "Es como entrar desde el maletero", explican.

El modelo, que cuenta con dos versiones para que pueda ser manejado tanto por discapacitados con carnet de conducir como por aquellos que aún no lo tengan (ambos de 500 centímetros cúbicos y dos cilíndros en línea), constituyó una innovación en el sector del automóvil y llamó la atención de grandes marcas como Toyota.

Sin embargo, su crecimiento se ha visto dificultado por las complicaciones del mercado y el pasado mes de septiembre presentó un expediente de regulación de empleo. "No se han cumplido los planes de expansión comercial", señalan desde la empresa, que lamenta las dificultades para acceder a grandes mercados como el estadounidense o el japonés.

A pesar de ello, los responsables de Vexel confían en seguir adelante y poder consolidarse, aunque para conseguirlo tendrán que superar las críticas que reciben de los propios usuarios: la aparente fragilidad y el precio (cuestan en torno a 11.000 euros).