El hígado realiza miles de funciones. Aunque enferme puede seguir funcionando adecuadamente en muchos casos, por lo que no todas las personas con una enfermedad hepática necesitan un trasplante.

Tal y como señalan las asociaciones de trasplantados hepáticos, una vez hecho un trasplante es irreversible.

Si el hígado llega a un "estadio terminal" el deterioro de la salud puede ser muy rápido y entonces una unidad de trasplante hepático debe decidir.

En EEUU, un trasplante hepático cuesta entre entre 60.000 180.000 euros, según el tiempo de recuperación.

El tipo de trasplante hepático más corriente es el que se conoce como trasplante ortotópico. Esta modalidad entraña tres operaciones: extracción del hígado enfermo del receptor; extracción del hígado sano del donante; e implante del hígado del donante receptor. La extracción del hígado enfermo del receptor es la más dificultosa.

En casi un 20% de casos se necesita una segunda operación uno o dos días después del trasplante.

La mayoría de los trasplantes de hígado realizados hasta el momento en Estados Unidos y Europa son de órganos de personas que han fallecido. También hay un cierto porcentaje de hígados que se trasplantan utilizando un trozo de hígado de un donante vivo.

Todavía no se puede predecir con exactitud cuanto tiempo durará el nuevo hígado porque no hay datos fiables.

Hay tres formas de rechazo: hiperagudo, agudo y crónico. El rechazo hiperagudo se produce a los pocos minutos del trasplante y el agudo aparece entre los 6 y 12 meses después.