¿Cómo puede la ejecución de una obra prevista para 31 meses terminarse en solo 19? Esto es lo que ha ocurrido en el tercer tramo de la Autovía Cáceres-Trujillo (A-58) cuya apertura al tráfico, aunque se materializó ayer, estaba fijada para noviembre del próximo año. Simplificando la explicación de esta situación, sus claves son el acierto al planificar los problemas que pueden surgir durante la ejecución del proyecto, la climatología favorable y la dedicación de muchos medios por parte de las empresas encargadas de la obra.

Así lo explicaron ayer el ingeniero jefe de la Demarcación de Carreteras del Estado en Extremadura, José Manuel Blanco Segarra, y el ingeniero director de la obra de la A-58, Antonio Ruiz-Roso Gómez. Ambos coincidieron en señalar que el adelanto o retraso a la hora de ejecutar una obra es consecuencia de la conjunción de los factores anteriormente citados y la suerte. "Por ejemplo, que no haya yacimientos arqueológicos, que no aparezcan servicios afectados (agua, luz...) que no se conocían, etcétera", dice Blanco.

En el caso de los tres tramos de la A-58 abiertos hasta ahora, detalla el ingeniero jefe, en el primero y el tercero se acortó el plazo de ejecución, mientras que el segundo se retrasó por la aparición de "pequeños problemas" relacionados con las características del terreno ("era una zona complicada, donde había que construir un viaducto difícil").

En cuanto al tramo en construcción, los ingenieros afirman que sin duda estará terminado, como estaba previsto, "antes del fin del 2009". "Depende de muchas cosas... Si todo va bien, podría terminarse en verano, pero seguramente será más bien para octubre", comenta Blanco que aprovecha para recordar que "lo importante es que por muy bien que estén las carreteras, por muy pronto que se terminen, la gente circule por ellas con precaución".