Se mire el indicador que se mire, la construcción extremeña destaca como el sector más pujante en la economía regional.

Según los datos del Ministerio de la Vivienda, que abarcan los años 2004, 2005 y primeros dos trimestres del 2006, la cifra de compraventas de viviendas en Extremadura evoluciona a un ritmo de algo más de 15.000 operaciones por año. Sin embargo, el valor de estas transacciones se ha incrementado --debido al encarecimiento de las casas-- de manera muy significativa. Si en el 2004 los extremeños gastaron en vivienda menos de 800 millones de euros, en el 2005 la cifra creció hasta superar los 1.100 millones, y en los primeros dos trimestres del 2006 ya alcanza los 613 millones.

Este dinamismo (el gasto en obra pública presenta fuertes oscilaciones, muy vinculadas a los años preelectorales) ha supuesto que el empleo en la construcción se eleve hasta rondar los 60.000 ocupados, 10.000 más que hace tres años, lo que significa un incremento del 20%, sin comparación en el resto de sectores: En la agricultura el empleo se mantiene o baja, en la industria apenas sube un 4% y en el sector servicios crece un 6%.

En términos de generación de riqueza, el sector ha duplicado en cinco años el PIB que aporta a la región, hasta rondar los 2.100 millones de euros en el 2005, con lo que su peso en el total de la economía regional ha pasado en el mismo periodo del 11 por ciento al 14 por ciento.

Efectos en la economía

Este papel de motor de la economía se ha acentuado en los últimos años, donde el crecimiento del PIB de la construcción ha duplicado, al menos, el incremento general del PIB extremeño.

Como en el caso de los impuestos, aunque aquí con mayor trascendencia, la época de vacas gordas en todo lo relacionado con el sector de la vivienda ha incrementado la dependencia de la economía regional de este sector, que en Extremadura tiene mucho mayor peso que en otras regiones, superando su aportación a la riqueza general en tres puntos la media nacional.

El informe de la agencia Fitch, aunque no cuantifica el efecto, sí alerta sobre esta situación.

Según el análisis, el dinamismo de la construcción, sostenido por la fuerte demanda de viviendas y el encarecimiento de los precios de las casas, ha traído, en primer lugar, un aumento del empleo, lo que significa que hay más personas que pagan a Hacienda por el IRPF. Esto ha supuesto un incremento en la recaudación por este impuesto.

Como quiera que tras el acuerdo de financiación autonómica del 2002 las comunidades reciben el 33% del IRPF que se recauda en sus territorios, Fitch alerta de que un parón en la construcción --sector donde el empleo es muy volátil, según el propio informe-- supondría otro mordisco a los tributos que conforman los ingresos regionales, agravando el efecto de la merma de la recaudación en impuestos directamente vinculados a la vivienda.

Por último, se apunta que una recesión en la construcción acarrearía, con mayor virulencia en territorios como Extremadura, un descenso en el empleo. Esto supondría que el volumen de dinero disponible para el gasto familiar caería, lo que traería una disminución del consumo y, por tanto, una merma en tributos vinculados a este consumo, como puede ser el IVA.