Hace cuatro años, en Extremadura vivían la mitad de inmigrantes que ahora, poco más de 15.000 frente a los más de 29.000 que arroja el último padrón. Hace cuatro años, como ahora, la nacionalidad más numerosa entre los extranjeros era la marroquí, con casi 8.000 personas (hoy son 9.200).

También hace cuatro años, la segunda nacionalidad en número era la portuguesa, que rondaba los 2.000 ciudadanos, 1.400 menos que ahora. Pero lo más sorprendente es que hace cuatro años en la región apenas había censados 88 rumanos, y ahora son más de 4.300. Esta nacionalidad es la que mayor incremento ha experimentado en el periodo, seguida de la brasileña, que ni siquiera aparecía desglosada en las cifras de hace cuatro años y hoy ya ronda los 1.700 efectivos.

Otro dato revelador es que hasta hace poco Cáceres era la provincia extremeña con mayor atractivo para los inmigrantes, especialmente la zona tabaquera del norte. De hecho, casi duplicaba a la provincia de Badajoz en número de extranjeros. Ahora la situación ha dado un vuelco.

Mientras en la provincia de Cáceres el número de extranjeros ha subido en menos de 3.000 personas, en la de Badajoz se ha triplicado y ahora rondan los 17.000.

La capital pacense es la que más inmigrantes acoge, cuestión lógica dada su población, pero Talayuela es, de largo, la que cuenta con mayor proporción de población inmigrante, alrededor del 40% del total. Ahí se asientan, sobre todo, marroquíes --en torno al 95% de los extranjeros que viven en esta población--. Mientras, los chinos prefieren las ciudades, y los rumanos se asientan preferentemente en zonas como Tierra de Barros (la cuarta parte del total vive en Almendralejo), estableciendo así una geografía de asentamiento relacionada con su actividad laboral más usual.