A los dos meses de casarse comenzó la pesadilla que nunca imaginó. María Jesús siempre había soñado con formar un hogar y estar con un hombre para siempre, "era mi estado natural", pero la vida no le ha sido fácil. Con 29 años ese hombre que esperaba que la hiciera feliz comenzó a echarle la culpa de todo lo que le pasaba, a insultarla, amenazarla y dos años después vino el primer tortazo y el primer arrepentimiento.

"El seguía un tratamiento y bebía, pensé que eran las circunstancias y que no pasaría más". Craso error. Tras una paliza interpuso una primera denuncia que quitó a los dos días para volver. "Dónde iba a ir en un pueblo pequeño --vivían en La Roca de la Sierra--. Quería que mi matrimonio funcionara y me acostumbré a callar".

Las amenazas eran constantes y las agresiones puntuales no cesaban. "Después me di cuenta de que el alcohol no tenía la culpa, pero aguanté once años de malos tratos psicológicos y físicos". En ese tiempo nacieron cuatro niños que también sufrieron el comportamiento agresivo de su padre. "Si no hubieran estado ellos quizás seguiría callada", pero un día que comenzó a pegar al mayor explotó: "Le dijo que le iba a cortar el cuello y que si me metía me daba. Eso no podía consentirlo más. Llamé a la Guardia Civil y nos fuimos a la casa de la mujer de Badajoz". Después estuvieron nueve meses en la de Cáceres. Hoy han pasado 10 años de aquello, comenzó a trabajar y ahora vive tranquila con sus hijos. El sigue en el pueblo y no les ha vuelto a molestar, "es lo que más le agradezco". No le guarda rencor, dice. "El mismo hombre me dio lo mejor, mis hijos, y lo peor que me ha pasado en la vida". Ahora atrás no mira "ni para coger impulso".