«El problema que tienen no es económico porque ellos se apañan con sus pensiones, el problema es, efectivamente, la soledad. Y cuando una persona se encuentra en esta situación, se enfrenta a muros constantemente. Por ejemplo, en muchos pueblos han desaparecido los bancos y, si acaso, queda algún cajero, de manera que, o bien no saben sacar dinero con la tarjeta, o bien deben desplazarse a otro municipio cercano. En ambos casos supone un problema», manifiesta Jesús Pérez-Mayo, director de Cáritas de Mérida-Badajoz, cuando analiza cuáles son los principales obstáculos a los que se enfrenta la población mayor extremeña que vive en hogares unifamiliares. Su entidad tiene en marcha el Programa abuelo, que se encarga de ayudar y acompañar a quienes están solos (cuando necesitan ir al médico o, simplemente, una conversación).

AISLAMIENTO / «Los hijos, en el caso de que los hayan tenido -continúa- han abandonado el pueblo principalmente por motivos laborales. Esto es ley de vida, por eso los municipios van envejeciendo. Y los problemas serios empiezan cuando las personas enviudan, porque cada vez se van aislando más».

Ante esta situación, la residencia de ancianos podría ser una opción: «Pero lo cierto es que las personas mayores lo que quieren es estar en su casa, y es muy entendible porque es el sitio donde se sienten seguras, por lo que hay que ofrecer recursos para que estén atendidas y, sobre todo, acompañadas. En este sentido el Estado no sabe muy bien cómo intervenir y esa carencia la cubrimos desde entidades como Cáritas».

El portavoz de Cruz Roja Extremadura, José Aurelio González Peinado, subraya: «Es muy importante incidir en la prevención del hogar porque una caída puede ser muy peligrosa. Hay que organizar bien el espacio y hacerlo accesible. También, por ejemplo, asegurarse de que apaguen bien el fuego de la cocina».

Cruz Roja ofrece un servicio de teleasistencia que permite a la persona mayor dar la voz de alarma desde un botón que suele llevar a modo de collar. Pero lo más importante es la compañía que dan los voluntarios (que siempre son necesarios pero han de estar formados). Con ellos son posibles los paseos saludables, los trámites bancarios seguros «y, sobre todo, el que se puedan sentir queridos y acompañados cuando no tienen familiares cerca», resalta González Peinado.

Velar por el buen trato de los mayores es uno de los cometidos. En esa función también se incluye dar la voz de alarma si se detecta algún caso de violencia contra algún usuario. El portavoz de Cruz Roja recuerda que tuvieron uno en el que estaba implicado una cuidadora, pero considera que fue un hecho aislado. R.S.R.