Incertidumbre durante el pasado, incertidumbre presente e incertidumbre sobre qué ocurrirá en el futuro. Son muchas las dudas que atenazan al sector del tabaco en esta campaña, la última en la que recibirán ayudas de la UE por sus producciones. Desde el 2006 y hasta este año, los agricultores han percibido subvenciones comunitarias bajo un criterio: el 60% de la cuantía dependía de la cantidad de tabaco producida durante unos años que se fijaron como referencia y el 40% restantes se concede simplemente por haber cultivado ese producto. A partir del 2010, los tabaqueros dejarán de recibir la mitad de todo esos fondos comunitarios --ya que esas partidas se destinarán a políticas de desarrollo rural-- y se embolsarán el otro 50% de la prima independientemente de que se dediquen al cultivo u opten por cualquier otra actividad.

"Los agricultores ya solo estamos en manos de la industria", asegura Pedro López, de 49 años, con una explotación de nueve hectáreas en las inmediaciones de Talayuela y toda una vida ligada al cultivo del tabaco. "Si nos va a quitar la mitad de la ayuda, serán las transformadoras las que tengan que realizar el esfuerzo para mantener los precios. Porque producir un kilo de tabaco cuesta en torno a 2,40 euros y sin el 50% de la prima de la UE no llegamos a esa cantidad. Las industrias deberán pagarnos más, porque los costes de producción no paran de subir. Si ellas no logran llegar a 3 euros por kilo, no habrá quien pueda seguir en esto".

"El próximo año va a haber una estampida. Muchos van a dejar el tabaco", prevé Angel López, con 12 hectáreas en explotación. Incluso él mismo ya comienza a plantearse su futuro: "No sé hacer otra cosa y la economía está como está, pero si veo que no es rentable, guardo toda la maquinaria, dejo la tierra sin sembrar y busco otra cosa. No estoy dispuesto a perder dinero". "Tal y como están los costes de producción, es inviable. Me están llegando facturas de 2.000 euros mensuales en consumo de luz", agrega este agricultor, que no esconde cierta envidia sana a quienes han abandonado el sector durante estos últimos años: "Tal vez ellos han sido los listos".

A esto se suma el descontento con las medidas impulsadas por las administraciones en apoyo a los tabaqueros. "Son ayudas medioambientales orientadas a realizar nuevas inversiones y modernizar las explotaciones. Pero ¿cómo vas a invertir dinero si no te garantizan que esto va a ser rentable?", se pregunta Pedro, que plentea otras dudas: "¿Quién se está haciendo rico aquí si a nosotros nos pagan 80 céntimos por un kilo de tabaco y luego en el estanco te cobran más por diez gramos de tabaco picado? ¿Quién se lleva toda esa diferencia? El agricultor, no".

Hay quien, incluso, reclama al ministerio que el Gobierno asuma la gestión del sector para garantizar unos buenos precios y otros, como José Carlos, quien ha mecanizado la explotación con una cosechadora, ven inviable realizar nuevas inversiones cuando todavía tiene que terminar de pagar la compra de esa maquinaria.

También quedan algunos que miran al futuro con optimismo. Por ejemplo Miguel, tabaquero de Rosalejo: "Hay que ser positivos. Tenemos que luchar por esto, que es lo nuestro. Y seguro que entre todos conseguimos una solución para este cultivo".