Pleno mes de noviembre y la sequía mantiene en alerta a buena parte de las provincias de Cáceres y Badajoz. La mayoría de los embalses cuentan con una reservas muy inferiores a lo que suele ser habitual en esta época del año y las administraciones y los usuarios han tenido que imponer medidas de ahorro. Algunas comunidades de regantes, por ejemplo, han aplicado restricciones en el suministro para sus cultivos y en comarcas como el Jerte, La Vera, las Tres Torres o Ayuela, varios municipios han sufrido cortes en el abastecimiento durante los últimos meses. Paradójicamente, todo eso es ajeno y desconocido en Arrocampo, "tal vez el único embalse de la región al que no le afectan las sequías", reflexiona Aniceto González, responsable de relaciones institucionales de la Central Nuclear de Almaraz.

La capacidad de Arrocampo es de 35 hectómetros cúbicos y medio. Y esa también es su cota, en estos momentos y siempre. porque el embalse necesita estar permanentemente a ese nivel para cumplir su principal y casi única función: que sus aguas refrigeren el sistema de condensadores de vapor en las turbinas de la central. Da igual que no llueva durante meses o que las precipitaciones sean torrenciales. Sus reservas se mantienen inmutables, con diferencias de apenas unos pocos de metros cúbicos entre unos días y otros.

Se trata por tanto de una infraestructura peculiar. Comenzó a construirse en marzo de 1974 y las obras terminaron a finales de 1976. Un año después --es decir, cuatro antes de la puesta en marcha del primer reactor y seis antes de la entrada en funcionamiento del segundo-- alcanzaba su cota y su aspecto actual, anegando casi 8 kilómetros cuadrados (770 hectáreas) de terreno, con una profundidad media de cuatro metros y 22 metros en su punto más profundo, justo junto a la presa.

Dividido por un muro

Otra rareza es su configuración. Un muro surca y divide el interior del embalse. Es la denominada pantalla de separación térmica, una pared de hormigón esencial para enfriar el agua una vez que ésta pasa por el interior de la central. Porque ese agua con destino a las turbinas es tomada de Arrocampo y mientras refrigera el condensador aumenta su temperatura. Así, al regresar a la represa lo hace con hasta 10 grados centígrados más.

Para que ese agua vuelva a ser útil y pueda volver a utilizar para refrescar la planta, debe recuperar su temperatura normal. Por eso la pantalla de separación forman una especie de circuito de 25 kilómetros a lo largo de todo Arrocampo. Así la corriente dispone del tiempo suficiente para regresar al punto de origen, la entrada al condensador, en las adecuadas condiciones térmicas.

¿Pero cómo se consigue mantener su nivel constantemente? Arrocampo pierde agua por el efecto de la evaporación y por los desembalses que hace constantemente al Tajo, a través de los aliviaderos, justo por encima del pantano de Torrejón. Y es precisamente el río su gran y casi única fuente de abastecimiento. Así, dispone de un sistema de bombeo con el que extrae cantidades suficientes para mantener la cota. Además es agua fría, porque se obtiene de las zonas más profundas de la cola de Torrejón, qie renueva y oxigena las reservas de Arrocampo. El embalse de la central no podría mantenerse con las aportaciones naturales --el caudal del antiguo arroyo Arrocampo y las precipitaciones--, que ni siquiera sirven para compensar las pérdidas por evaporación.

Esta doble circulación del agua --la interna del embalse y las tomas y sueltas en el Tajo-- permite además a Arrocampo aliviar el crecimiento de las algas en unas aguas aparentemente muy estancadas. Aunque es necesaria la ayuda mecánica de una serie de máquinas oxigenadoras e incluso de la propia naturaleza.

"En Arrocampo conviven dos tipos da algas, una que se nutre de nitratos y otra de fosfatos. Están en competencia permanente. La de nitratos se impone inicialmente, creciendo tan deprisa que pronto se queda sin nutrientes. Entonces se desarrolla la otra. Pero con las aportaciones del Tajo, que trae sus aguas muy contaminadas, llega más nitrato, y las primeras vuelven a crecer, desplazando a las del fosfato. Así se produce un cierto equilibrio", explica el ecólogo de la Universidad de Extremadura José Carlos Escudero.