Los 17 militares muertos el pasado martes en Afganistán y sus familiares recibieron ayer uno de los más cálidos y emotivos homenajes que se recuerdan en los últimos años. Tras el solemne funeral de Estado que presidieron los reyes Juan Carlos y Sofía junto con los Príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, los políticos y representantes de la comunidad internacional despidieron con aplausos a los familiares, de extracción humilde y trabajadora. Fue un gesto inédito en este tipo de ceremonias oficiales.

Los padres, hermanos, hijos y esposas de los fallecidos comenzaron a ocupar el ala izquierda del patio de armas del Cuartel General del Ejército, en Madrid, a partir de las 9.30 de la mañana. Poco después, con los acordes de la banda de música del Regimiento Inmemorial del Rey, los soldados de la Fuerza de Acción Rápida introdujeron a hombros los 17 féretros y los colocaron en los catafalcos ante el improvisado altar. A la derecha del mismo se fueron colocando las autoridades civiles, comenzado por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y los ministros de Defensa, Exteriores y Justicia, entre otros. A su lado estuvo el expresidente Felipe González y, junto a él, se colocó el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, y los dirigentes de ese partido Angel Acebes y Eduardo Zaplana.

AUTORIDADES ASISTENTES La representación institucional fue muy nutrida. Entre los asistentes se encontraban los presidentes del Congreso y del Senado, Manuel Marín y Javier Rojo; la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, y los presidentes de Galicia, Emilio Pérez Touriño; de Andalucía, Manuel Chaves, y de Madrid, Esperanza Aguirre, comunidades de donde procedían los fallecidos. La delegación del PSOE estuvo encabezada por José Blanco. Por ERC asistió su diputado Joan Puig, por IU lo hizo su coordinador general, Gaspar Llamazares.

Diez minutos después de lo previsto llegaron los Reyes y los Príncipes de Asturias. Juan Carlos vestía uniforme de capitán general y Felipe, de comandante de Tierra. La Reina y la Princesa iban ataviadas de luto negro.

Antes de que comenzara el funeral, los Reyes y los Príncipes dieron el pésame a las familias, visiblemente quebradas por la pérdida de sus seres queridos. Durante la ceremonia, dos mujeres se desvanecieron. La brisa fresca del Guadarrama de primera hora iba siendo atemperada por el sol que comenzaba a caldear el patio de armas a medida que avanzaba la ceremonia, que fue larga. Casi dos horas.

MENSAJE DEL PAPA El nuncio del Vaticano, el portugués Manuel Montéiro, leyó un mensaje del papa Benedicto XVI, "profundamente apenado" por la pérdida de las vidas de los 17 soldados, y les dio la "bendición apostólica".

Luego, en su homilía, el arzobispo castrense, Francisco Pérez González, elogió "la nobleza y los sólidos principios humanos de los fallecidos", a los que calificó de "valientes". Recordó, además, que "la vocación militar está al servicio de la seguridad, la libertad y la paz".

El arzobispo también señaló que, "cuando el corazón es noble y la vida se basa en sólidos principios humanos y cristianos, todas las energías están al servicio del bien común". Y reprodujo las palabras que le dijo a su madre uno de los fallecidos: "Si alguna vez muero, querida madre, no te apenes y sigue siendo feliz".

Monseñor Pérez González disculpó la ausencia de los arzobispos de Madrid, Antonio María Rouco Varela; de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo; de Santiago de Compostela, Julián Barrio Barrio, y Oviedo, Carlos Osoro Sierra, a cuyas diócesis pertenecían los fallecidos. A pesar de tratarse de un funeral del Estado, ninguno de los cuatro prelados regresó de Colonia (Alemania) para oficiar las exequias junto al arzobispo castrense. "Están celebrando la Jornada Mundial de la Juventud con el Papa --les excusó-- y os transmito sus condolencias". Dicha Jornada Mundial comenzó el pasado martes y concluye hoy.

A TITULO POSTUMO Después del oficio religioso, el rey Juan Carlos impuso la Cruz al mérito militar con distintivo amarillo, a título póstumo, a los 17 fallecidos. El color amarillo significa que no murieron en acción de guerra ni mientras empleaban las armas para atacar o defender una posición. En ese caso sería de color rojo. La sargento Susana Pérez Torres, viuda del mecánico de helicópteros Alfredo Francisco Jodar, acompañó al rey Juan Carlos, con gran serenidad, cuando le tocó el turno al féretro del que fue su esposo.

Uno de los momentos más emotivos fue el canto de homenaje a los caídos, La muerte no es el final, con la descarga de fusilería como colofón. Después, los Reyes y los Príncipes realizaron el preceptivo saludo a los familiares y a los féretros y abandonaron el patio de armas hacia la calle de Alcalá, seguidos por el presidente del Gobierno. Con paso lento, y a los acordes de las marchas fúnebres de Chopin y del maestro Dorado, los féretros fueron trasladados a los furgones que esperaban en el jardín trasero del edificio para transportarlos a sus lugares de origen. Detrás de ellos, salieron los familiares entre los aplausos de los gobernantes, los políticos y los representantes del cuerpo diplomático acreditado en Madrid.

En representación de la OTAN, bajo cuyo mando los soldados españoles realizan su misión en Afganistán, acudió el vicesecretario general, Alessandro Minuto.

En una esquina del patio, vestido con traje de campaña, el sargento Besada, uno de los cuatro soldados heridos en el aterrizaje de emergencia del helicóptero que seguía al siniestrado, se había quitado el collarín para asistir a la ceremonia. Besada, más apenado por la pérdida de sus compañeros que dolorido físicamente evitó referirse al accidente y comentó: "El lunes volvemos a Herat para continuar nuestra misión".