Aseguran Ricardo Hernández Mogollón y Juan Carlos Díaz Casero, doctores en Ciencias Económicas en la Universidad de Extremadura, que la evolución de la actividad emprendedora --es decir, de la creación de nuevas empresas-- en la región "ha sido notable o sobresaliente" durante los últimos años. Es más, advierten de que está incluso por encima de la media española y europea.

Ambos, con la ayuda de las investigadoras Victoria Postigo y María de la Cruz Sánchez, son los autores del Informe GEM Extremadura, un análisis anual con el que pretenden analizar las características y expectativas del nuevo empresariado extremeño. Ayer presentaron en Cáceres un balance de los últimos cinco años estudiados --desde 2003, cuando editaron su primer informe, hasta el 2007-- y los resultados reflejan aspectos positivos y negativos para la región, pero sobre todo aparecen incertidumbres sobre el futuro.

Según los resultados que manejan, la tasa de actividad emprendedora es de las más altas del país a pesar de tener la renta per cápita más baja, aunque la previsión de resultados para el 2008 pronostican un descenso pronunciado en la creación de nuevas empresas debido a la coyuntura económica. Así, durante los últimos años, la mayoría de los extremeños que han decidido convertirse en empresarios lo han hecho porque contemplaban que era una oportunidad de mejorar su situación laboral --mientras en el resto del país es por necesidad--. Además, las zonas rurales se han mostrado más dinámicas que las urbanas en este ámbito y "parece que en el futuro seguirán ofreciendo más oportunidades".

Una de las curiosidades que recoge este estudio es que la tasa de potenciales empresarios --personas que piensan en crear una empresa-- se mantiene estable pese a la crisis, e incluso está al alza, mientras que la erosión económica se comienza a notar en el empresariado ya establecido: "habrá menos empresas nacientes (de menos de tres meses), se prevé un descenso de las establecidas (más de 42 meses de funcionamiento) y se espera que suba el porcentaje de empresas que cierren su actividad".

Además, vienen repitiéndose sin apenas variaciones determinadas circunstancias, como que el 63% de los emprendedores son varones; y la edad media del nuevo empresario es de 39 años, aunque aquí sí se observa que cada vez son más jóvenes los que se atreven a dar el paso.

Otro aspecto que preocupa a los expertos es la falta de formación. En este sentido, en los últimos años ha aumentado la cifra de hombres que emprenden sin tener estudios o solo cuentan con una formación básica, pero también se percibe una progresión entre los titulados universitarios.

Lo que no aparece de momento son síntomas de cambio en la configuración del tejido empresarial extremeño: las empresas que se constituyen son habitualmente muy pequeñas, con uno o dos propietarios, poco innovadora y con escasa capacidad exportadora. Y la mayoría de ellas apenas contemplan contratar más de cinco empleados.