Previendo el malestar que los cambios de poder suelen generar en las formaciones políticas, Mariano Rajoy pronunció ayer, a su modo gallego, la siguiente declaración de principios: "No reconozco a nadie en este partido como enemigo; ni siquiera a nadie que me caiga mal. No he tenido ningún problema serio con nadie, y si lo he tenido no me acuerdo y, por tanto, no lo he tenido, y el que lo haya tenido estoy seguro de que tampoco lo recuerda".

Para consolar a los marginados, el líder aseguró que el PP "no se puede permitir el lujo" de prescindir de nadie. Para explicar los cambios, recurrió a un símil con uno de sus deportes favoritos. "Las circunstancias mandan y ahora, como en un campo de fútbol, toca que jueguen otros porque así conviene al equipo, y que los que estaban en el campo pasen al banquillo hasta otra ocasión". Está por ver, por ejemplo, si Isabel Tocino entiende por qué pasó al banquillo mientras Federico Trillo sigue de titular.