Las dos formas de presentar las cifras del paro hace que con frecuencia se den situaciones contradictorias en cuanto a la evolución del desempleo y cierta confusión sobre la dimensión real del problema.

Una de las formas es la Encuesta de Población Activa (EPA), que recoge sus datos realizando un gran número de encuestas (se pregunta a 66.000 familias) donde se interroga sobre la situación laboral de cada miembro de la unidad familiar. Es la considerada más fiable y aproximada a la realidad.

La otra es el paro registrado. Consiste en contar cuántas personas están inscritas como demandantes de trabajo en las oficinas de empleo. El problema de este sistema es que desde hace años no es necesario estar inscrito en el paro para ser contratado, con lo que hay muchas personas desempleadas que no están en los registros. Otro problema es que muchas personas se apuntan no por deseos de trabajar, sino por costumbre o para acceder a ciertas prestaciones sociales donde se puntúa el estar registrado como parado.

Esta segunda cuestión da lugar a una situación paradójica. Si los registros fuesen reales, los parados recogidos en las cifras de la EPA tendrían que ser más que los parados registrados, puesto que la EPA mide paro registrado mas paro no registrado. Sin embargo, sucede al revés. Por ejemplo, en marzo del 2006, la EPA daba 72.300 desempleados en Extremadura y el paro registrado era de 78.800 personas. Tres meses después, la EPA daba 62.700 y había registrados 75.800, y según el último dato, el de septiembre, la EPA contabiliza 51.800 y el registro de parado tiene 75.200 demandantes. Esta situación se da en menor medida en toda España.