Francisco Soler es cordobés pero lleva desde 1987 en la Facultad de Veterinaria de la Uex, donde da clases de toxicología y dirige una línea de investigación sobre la presencia de restos de metales pesados y plaguicidas en fauna silvestre, concretamente en ciervos y jabalís. Para ello, la pasada temporada cinegética comenzaron a recoger muestras de piezas abatidas en monterías de toda la región. Ya llevan recogidas 500 de prácticamente Extremadura entera.

Soler compatibiliza la docencia con la investigación. "Es imposible dedicarse solamente a la investigación. Todos tenemos actividad docente". El profesor asegura que la financiación es fundamental en la investigación. "Al final todo se reduce a dinero. Si hay dinero puedes comprar aparatos. Ganas no faltan, pero sí recursos económicos". Soler agradece el apoyo prestado para la investigación por la Junta de Extremadura.

Asegura que de las 500 muestras analizadas hasta el momento se desprende que en Extremadura --una región con gran potencial cinegético-- puede consumir carne de caza con tranquilidad, ya los niveles de metales pesados detectados están por debajo de lo que marca la legislación para animales de abasto. La ley no dice nada de las piezas de caza.

"La recompensa que tenemos los investigadores es que cuando se nos conceden proyectos es que lo que planteamos interesa", explica Soler. El proyecto en el que está inmerso está financiado por la Consejería de Sanidad y se basa mucho en la participación de los alumnos. Soler asegura que se trata de un proyecto de interés sanitario para la población, que no se ha realizado hasta ahora en España y que los resultados son enviados periódicamente a la Consejería de Sanidad.

Los restos de metales pesados --plomo y cadmio-- presentan niveles bajos en los animales ya que Extremadura es poco industrializada. No obstante, en las muestras próximas a autovías hay niveles más altos por el plomo del carburante.