Mikel Albizu Iriarte, Mikel Antza , y su compañera Soledad Iparragirre, Anboto , se ocultaban en una vieja casona de grandes dimensiones en mitad del campo, posiblemente en el lugar más tranquilo de Francia. La cúpula de ETA se escondía en un paraje bucólico de la localidad de Salies- de- Béarn, a 50 kilómetros al este de Bayona, donde el anonimato está garantizado. El enclave dificulta la vigilancia policial, y la seguridad de los etarras se reforzaba al contar con varias vías de escape.

Simpáticos y agradables

Algunos vecinos aseguraron que los dueños de la vivienda eran simpáticos y agradables, pero no aportaron datos sobre la pareja de dirigentes etarras. Pese a la sorpresa por haber convivido a escasos metros de los detenidos, una mujer añadió que ante la sucesión de operaciones policiales en suelo francés, "ya no extraña nada". A un kilómetro de distancia, donde se encuentra el casco urbano de Salies -de -Béarn, a media tarde de ayer todavía no habían oído hablar de la operación policial. En televisión los vecinos seguían el desarrollo del mundial de ciclismo, y apenas había corrido la información sobre la caída de la cúpula etarra en su propio pueblo.

En el casino, uno de los escasos lugares con actividad ayer en esta localidad de 5.000 habitantes, nadie sabía nada de la operación policial. En los bares, los periodistas facilitaban información a los vecinos, asombrados de que su tranquilo pueblo se fuera a hacer famoso por hechos más propios del País Vasco francés. Alguno se dio cuenta de que Salies de Béarn pasaría a ser tan conocido como Bidart a raíz de la caída de la cúpula etarra en 1992.

Pueblecito apacible

Poquísimas personas habían percibido algún hecho mínimamente destacado en las últimas horas. Uno de los comensales del restaurante La Terrassa recordó haber visto un coche policial a gran velocidad a media mañana, un hecho inusual en la apacible villa. Otro apuntó que en la cercana localidad de Peyrehorade había visto numerosos vehículos de la Gendarmería, en lo que serían los preparativos de la operación. Y una pareja de visitantes españoles se asombró de que el pueblecito apacible que habían elegido fuera escenario de semejante operativo policial contra ETA.

Ciertamente, el único movimiento reseñable en esta villa de reconocidas aguas termales se producía en los dos caminos de acceso a la vivienda donde fueron detenidos Albizu e Iparragirre. Los coches, sobre todo entre las 11 y las 15 horas, entraban y salían con policías franceses y españoles. La propia juez antiterrorista Laurence Le Vert inspeccionó la casona, una visita que tuvo en jaque a todos los agentes de la Gendarmería encargados de vigilar los accesos al inmueble.

Una casa con historia

La vivienda fue localizada hace cuatro años cuando los servicios de información franceses y de la Guardia Civil seguían los pasos del entonces jefe del aparato logístico Ignacio Gracia Arregi, Iñaki de Rentería . Los policías vieron a Gracia entrar en la vivienda y permanecer en ella toda una noche, lo que confirmó a los responsables de la lucha antiterrorista que la casa formaba parte de la infraestructura de ETA. A partir de ese momento se realizaron periódicas vigilancias en torno a la casa.

Dos ciudadanos franceses, que también fueron detenidos, eran los titulares de la vivienda, utilizada periódicamente por dirigentes etarras. Al parecer, la casa había empezado a ser utilizada por la organización terrorista coincidiendo con el inicio de la tregua, a finales de 1998.

La amplitud de la vivienda, con un edificio anexo que también fue registrado y un enorme desván, alimentó las sospechas de que pudiera existir un zulo subterráneo, aunque los sucesivos registros no lo encontraron. La elección de la vivienda por parte de la banda terrorista es más que justificada, ya que está enclavada en una zona elevada desde la que se divisa cualquier movimiento.