En La Garganta el curso escolar todavía no ha empezado, ni lo hará. El pasado verano el colegio de este municipio cacereño de apenas 400 vecinos cerró sus puertas y no las volvió a abrir en septiembre como todos. El centro tiene capacidad para 50 estudiantes pero en el pueblo solo hay cinco niños en edad de ir a la escuela. «Los padres decidieron que lo mejor era llevarlos al colegio de Baños de Montemayor porque los niños necesitan estar con más niños. Tiene su lógica», cuenta su alcalde, Juan González. El colegio de este pueblo era uno de los seis de otros tantos municipios que forman el CRA Vía de la Plata.

La Garganta lleva años sin contabilizar nacimientos. «Hace por lo menos 7 u 8 años que no nace un niño porque apenas hay gente joven, se va a otras localidades más grandes. Es una pena pero no lo podemos solucionar», El municipio tiene que conformarse con llenarse de vida y, de alguna forma resucitar, los meses de verano. «Llegamos a triplicar la población en vacaciones, durante el verano esto es el paraíso», cuenta el alcalde. «Aquí vivimos del campo, de la ganadería, y los inviernos son muy duros. A los jóvenes de hoy les gusta poco el campo y estamos intentando potenciar sobre todo el turismo. Tenemos un centro de recepción de visitantes del lobo, pero hace falta más iniciativa privada», añade. González cuenta que hace 50 años La Garganta sumaba cerca de 1.500 vecinos pero hoy hay tres veces menos: 428 según los datos del padrón recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

INQUIETUD/ La decisión tomada este curso en La Garganta inquieta aún más a otros municipios que se sienten en el punto de mira. Es el caso de Robledillo de la Vera, también en la provincia de Cáceres, donde tienen la espada de Damocles sobre sus cabezas. La inquietud reina en el colegio público de toda la vida, el San Miguel Arcángel, que desde hace años subsiste con apenas una decena de alumnos. Este curso hay doce estudiantes que se reparten en solo dos clases o unidades: en una están los alumnos de los tres cursos de Infantil más 1º y 2º de Primaria, y en otra clase, de 3º a 6º de Primaria. «Como el próximo curso nos quiten una unidad será el fin del colegio, ya nos han avisado», cuenta su directora, Esther Plata, que lleva tres años en este centro. «Cerrar el colegio sería quitarle al pueblo la poca vida que tiene, la escuela rural es el origen de lo que somos y seremos, hay que salvarla».

Defiende que en localidades tan rurales como esta (Robledillo apenas suma 300 habitantes), cada curso puede ser diferente. «Hay años que no entra ningún niño pero otros a lo mejora llegan dos o tres, no se pueden tomar medidas drásticas».

MAYOR CONVIVENCIA/ Lo que ocurre dentro de esas dos aulas tiene poco que ver con otras. Aquí solo hay dos maestras, a las que se suman otros docentes itinerantes, que adaptan sus clases a sus peculiaridades. «Convivimos más, el enriquecimiento por unir varios cursos es mayor, los pequeños se espabilan antes y los mayores ayudan y aprenden a compartir, hay mucho compañerismo y mayor atención», dice la directora.

Es la realidad también de los 40 centros rurales agrupados de la región, conocidos como CRA, formados por unidades repartidas por varios pueblos y cuyo objetivo es evitar precisamente el despoblamiento en el medio rural.

Esther Plata teme que la Consejería de Educación suprima el próximo curso una de sus dos unidades actuales, de hecho así consta en la propuesta planteada a los sindicatos. «Estamos muy preocupados». Y no es el único al que le ronda la inquietud por la incesante caída de la natalidad. En la última década los colegios extremeños han perdido 4.700 escolares de Infantil y Primaria, es decir, menores de entre 3 y 11 años.

Según los datos del Ministerio de Educación, en el curso 2005-2006 las aulas de la región tenían escolarizados a 99.172 menores (31.338 de Infantil y 67.834 de Primaria). Una década después, en el 2015-2016, había 94.439 matriculados (29.669 en Infantil y 64.770 en Primaria). Esto supone un descenso de 4.733 alumnos, pero el futuro puede ser mucho peor.

La natalidad ha descendido en Extremadura especialmente en los últimos cinco años y las proyecciones del INE hablan de que la población infantil seguirá cayendo sin tregua. Según sus cálculos, la región contará con 74.112 escolares de entre 3 y 11 años en el 2027. Serán, por tanto, unos 20.000 menores menos que en la actualidad.

«Las previsiones pueden variar respecto al número, pero no en la tendencia que está clara en Extremadura. La natalidad en la región está prácticamente estancada desde el 2000 y se ha agudizado en los últimos años. No tiene visos de recuperarse y a medida que pasen los años vamos a ir arrastrando ese déficit que ya venimos notando en todas las etapas educativas, incluida la universidad. Las nuevas generaciones vienen cada vez más menguadas», apunta Antonio Pérez Díaz, profesor de Geografía Humana de la Universidad de Extremadura (Uex).

En el conjunto de las etapas no universitarias la región ha perdido más de 2.000 alumnos solo en el último curso, según la Consejería de Educación. En la Uex hay un millar de alumnos menos.

TODO EL PAÍS/ El ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, destacó recientemente que en el curso actual hay una bajada de 51.500 alumnos a nivel nacional solo en la primera etapa (3-6 años).

El problema demográfico motivado por el descenso de la natalidad y el aumento del envejecimiento es generalizado en el país y parte de Europa, pero preocupa sobre todo en comunidades dispersas, rurales y envejecidas como Extremadura donde la tendencia demográfica se viene marcando desde hace años. «Y eso no lo cambia ni un milagro». La ecuación es fácil, a menos población infantil, sobre todo en los pueblos, menos aulas. «Es evidente que si el alumnado sigue bajando habrá que ajustar los recursos a las necesidades reales», señala Pérez Díaz. Agrupar los centros y dar facilidades a los docentes para que puedan desarrollar su actividad convenientemente en centros rurales son medidas necesarias, según el profesor..

«No vamos a negar que tenemos cierta inquietud por la caída de la natalidad y la posible supresión de unidades. Pero Extremadura decidió apostar en su día por un desarrollo socioeconómico basado en el medio rural y eso hay que mantenerlo», señala Joaquín León, presidente de la Federación de Ampas (Freapa).

Quizás no sea a corto plazo, pero la escuela rural parece que está muriendo lentamente. En el municipio de La Garganta incluso ya la han enterrado.