Unas decenas de claveles rojos decoran la puerta de acceso al colegio Ramon Llull de Barcelona. Los han colocado, a modo de bienvenida, unas maestras de la escuela media hora antes de que los alumnos empiecen las clases de este lunes. "Supongo que son por todo lo que pasó ayer", comenta una niña con coletas mientras espera, mochila en ristre, a que se haga la hora de entrada. "Son por la vergüenza de ayer", subraya un padre.

Lo que pasó el domingo en este centro educativo del Eixample es que agentes de la Policía Nacional entraron en el recinto escolar y arremetieron contra todo lo que se encontraron por delante. Rompieron puertas y cristales, reventaron taquillas y, ya en la calle, utilizaron pelotas de goma para dispersar a la gente que se había tumbado en el asfalto para impedir que se llevaran las urnas del referéndum del 1-O.

"Pero, papi, si lo han destrozado todo, no podremos quedarnos a comer en el cole?", pregunta inquieto un niño, todavía en la cola de acceso al colegio. "Lo han roto todo... Lo hemos visto por la tele", explica otro pequeño. "Hoy, hijo, va a ser un día normal: por la mañana a clase y por la tarde, a taekwondo", replica uno de los progenitores que acompaña a los chavales.

Imágenes dantescas

Pese a los intentos de los adultos por mantener la normalidad, lo cierto es que la jornada de este lunes no será como las de siempre. "Hubo compañeros que plantearon la posibilidad de no abrir hoy la escuela, pero al final hemos optado por hacerlo, pese a las imágenes dantescas que casi todos vimos por televisión", explica Manuel Lombardía, el director del Ramon Llull. "Nunca pensé que el colegio iba a hacerse famoso por un motivo como este", lamenta el docente.

Como es más que probable que los alumnos pregunten sobre lo ocurrido, prosigue Lombardía, "los maestros explicarán, según el nivel de cada curso y a partir de las preguntas que realicen los chicos, qué valores han de primar en una sociedad democrática", señala. De momento, no van a preparar más actividades al respecto, apunta el director. "Estamos todos en estado de 'shock', bloqueados por lo ocurrido, así que vamos a centrarnos en el trabajo de las emociones y los sentimientos", indica.

Antes de comenzar las clases, el equipo de la Ramon Llull ha recogido cristales y ha tapado, con maderas del taller de tecnología, las puertas resquebrajadas por las porras policiales. También en el instituto Pau Claris, en el distrito barcelonés de Ciutat Vella, han empezado la semana teniendo que reparar los destrozos causados por los efectivos de la Policía Nacional. Allí, una mujer resultó herida después de que unos agentes le rompieran los dedos uno a uno. El profesorado ha mantenido una reunión, antes de que los estudiantes entraran en clase, para preparar. Una joven deposita un clavel rojo en la verja de acceso de la escuela Ramon Llull de Barcelona, este lunes.