"La gente cree que nos gusta ir al hospital por salir, pero a mí no me apetece que me vean arrastrado por un policía o esposado a una barandilla en la sala de espera con todo el mundo mirando; además el médico no te trata igual". Así se expresa Ismael, un joven que ingresó en el centro penitenciario de Badajoz hace un año --le faltan tres para salir--, y asistió a la última sesión clínica por videoconferencia desde la prisión con el Perpetuo Socorro. La otra unidad está en el Infanta Cristina. Como Ismael, 120 reclusos reciben atención especializada al mes a través de la telemedicina, que se implantó en el centro en septiembre del 2007, siendo pionero en España, del mismo modo que lo es Extremadura en el desarrollo de este sistema, con una docena de especialidades.

Marisol García, subdirectora médica, acompaña a los pacientes con el ATS Emilio Cardoso a consulta, que en el caso de Ismael es de traumatología, con el especialista al otro lado de la pantalla, que dispone en tiempo real del historial médico con radiografías y resultados de las pruebas hechas.

Los beneficios del sistema son médicos, por la facilidad e inmediatez de la atención, pero sobre todo supone reducir al máximo las salidas de reclusos, con lo que ello supone en seguridad y movilización de policías, que se multiplica cuando son internos peligrosos o terroristas. Si se hacen 120 o 130 consultas al mes por telemedicina, son otros tantos desplazamientos que se evitan.

Ismael acude "porque me caí y me ha dicho el doctor que tengo dañado el menisco". Antes había seguido el tratamiento de los médicos de la prisión, pero al no mejorar acudió al especialista. Fuera del gabinete pidió consejo a Marisol García sobre unos cortes en el antebrazo, de los que no informó ni pidió atención. "Me hice un torniquete y ya está", dijo.

Ante el aspecto de los cortes, la médico, a preguntas de este diario, señaló que "las autolesiones han desaparecido prácticamente. Se daban antes como forma de protesta o de liberar angustia, pero ya apenas hay porque el sistema ha cambiado mucho, es más humano".

Tras Ismael entró Soloaga, brasileño con que lleva dos años en España y que espera salir en junio. Va a consulta por un dolor lumbociático "y por artrosis; me tienen que hacer una resonancia", contó, por lo que tendrá que salir del centro.

La población reclusa es de 850 hombres y 30 mujeres, que atienden 8 médicos, 8 enfermeros, 4 auxiliares, una farmacéutica y un técnico en radiología va tres veces al mes. El centro acaba de acordar con el el jefe de cirugía del Infanta su presencia cada 10 o 15 días para realizar "realizar pequeñas operaciones. En una mañana atendió a 24 pacientes", indicó García.

Tras la consulta se hace una encuesta, que indica "más de un 95% de satisfacción". Entre otras cosas, "porque solo estamos el ATS y yo con ellos frente al especialista. En psiquiatría, por ejemplo, es importante la privacidad y la confidencialidad, pues antes permanecían custodiados por dos o cuatro policías", según la clasificación del interno. Para ellos es "fundamental no ir vigilados por agentes".

Las especialidades más demandas son traumatología --por lesiones-- y psiquiatría, sobre todo por toxicomanías, enfermedad mentales o ambas. Marisol García (de Mirandilla) lleva 25 años como médico de prisiones y opina que en este tiempo se ha producido "un cambio radical". Afirma que "la medicina en prisiones engancha. Ahora se hará un concierto con el SES y estoy segura de que ningún compañero dejará la prisión".