El tiempo de estancia de un misionero en el lugar elegido depende de muchos factores. Muchos deciden quedarse en la zona para siempre y continuar la misión, mientras que otros sólo permanecen un tiempo. "Es que las misiones son como un virus, cuando llevas mucho tiempo y vuelves te resulta muy difícil aclimatarte a vivir aquí, así que muchos misioneros suelen volver a la vejez a la zona en la que estuvieron", asegura Pedro Losada, de la Diócesis de Mérida-Badajoz.

En cuanto a los laicos, lo normal es que se marchen por un periodo mínimo de tres años. La razón es que la Iglesia considera que este tiempo es el imprescindible para poder realizar un proyecto, ya que es necesario que el misionero conozca adecuadamente la zona y se adapte al lugar en el que va a desarrollar su trabajo. Según indican desde las diócesis extremeñas, los laicos suelen ir a lugares en los que ya existen proyectos con el objetivo de poder continuarlos.