El último informe del Ministerio de Sanidad sobre hábitos alimentarios de la población infantil y adolescente confirma que este colectivo come carne en exceso, mientras no llegan a la cantidad recomendada de verduras, frutas, legumbres y pescados. Por si fuera poco, estudios de algunos especialista demuestran que los niños que consumen algún refresco azucarado cada día aumentan su riesgo de obesidad en más de un 50%. ¿Qué hacer entonces?

Numerosos expertos indican que hay que suministrar a los niños la cantidad justa de alimentos proteicos (carnes, pescados, huevos, leche y derivados), ya que en general se sobreestima su necesidad. De hecho, es habitual encontrar en estas edades raciones de alimentos ricos en proteínas que superan el 15% del valor energético total, mientras que el porcentaje de energía aportado por las proteínas en los niños debería oscilar entre el 10 y el 15%.

En cuanto a las bebidas artificiales de frutas y los refrescos que contienen azúcar son productos que los adolescentes deben consumir ocasionalmente, con el fin de respetar el equilibrio dietético.

Calorías vacías

Cualquier alimento, consumido de manera moderada, puede formar parte de una dieta saludable y equilibrada. No obstante, los especialistas en nutrición advierten de que la composición de los refrescos tiene un valor nutricional casi nulo. Las calorías que aportan son "vacías", es decir, que no nutren al organismo. Este tipo de bebidas, además, añaden cafeína, que contiene ácido fosfórico, que precipita con el calcio reduciendo la absorción de este mineral, por lo que no se recomienda un consumo excesivo, especialmente en jóvenes, dada la importancia del calcio en el correcto desarrollo óseo.

Sin embargo, en la infancia y adolescencia se producen déficits nutritivos como consecuencia directa de los desequilibrios en la alimentación. La falta de minerales y vitaminas son las carencias más comunes que tienen los niños en sus dietas diarias. Los minerales como el calcio, el hierro o el cinc, se relacionan con determinados aspectos del crecimiento.

Por ejemplo, el calcio se relaciona con el crecimiento de la masa ósea, siendo los alimentos más adecuados la leche y todos sus derivados. Son también buena fuente de calcio los pescados en conserva, los frutos secos y ciertas algas marinas. El hierro es un mineral que interviene en procesos de obtención de energía. El hierro que mejor se absorbe es el procedente de los alimentos de origen animal, carnes, pescados, huevos y derivados de esos alimentos. El cinc interviene en la formación de tejidos, por eso su carencia se relaciona con el retraso en la cicatrización de heridas, caída del cabello, fragilidad de las uñas, etc.

Causas del déficit

Las principales causas de estos déficits nutritivos son las dietas monótonas o restrictivas, la disminución del apetito, el rechazo de frutas y verduras y el bajo consumo de alimentos básicos. En niños de uno a tres años, se observa un alto porcentaje de escasez de vitaminas, especialmente la vitamina A y C.

La vitamina A es esencial para el crecimiento, la vista, los huesos, el aparato digestivo y para las vías respiratorias entre otras cosas. Esta vitamina la contienen las grasas lácteas y los lácteos completos. La vitamina C es buena para el sistema de defensas o inmunológico, y la fuente casi exclusiva de esta vitamina son ciertas frutas como el melón, los cítricos y frutas tropicales y verduras como el pimiento la lechuga o el tomate.

Respecto al consumo de frutas y verduras, la última encuesta nacional sobre hábitos alimentarios en la infancia y adolescencia pone de manifiesto que los niños consumen una cantidad muy baja de estos tipos de alimentos respecto a las que se les recomiendan. Las frutas, verduras y hortalizas son una excelente fuente de vitaminas, sales minerales y fibras, cuya deficiencia tiene relación muy directa con la aparición de numerosas patologías.

Consejos

Los niños suelen ser muy maniáticos con las comidas y tienden a rechazar los alimentos con mayor componente nutritivo. Para evitar estas carencias de alimentos básicos en la población infantil, los profesionales de la salud aconsejan a los padres y responsables de comedores de los centros escolares inculcar buenos hábitos alimentarios desde la infancia.

Los especialistas explican que las comidas se han de transformar en un momento placentero para los más pequeños. Las recomendaciones que lanzan para conseguirlo son, entre otras, incluir en los menús familiares una amplia gama de alimentos y variar las comidas. También sugieren presentar los alimentos con formas curiosas, preparar los platos de manera divertida, componer recetas originales, utilizar verduras picadas o ralladas, combinar carnes o pescados con verduras y preparar postres con hortalizas y frutas.

Los desequilibrios dietéticos mantenidos en el tiempo se asocian a un mayor riesgo de aparición y desarrollo de múltiples problemas digestivos, trastornos cardiovasculares y anemias, que perfectamente se podrían prevenir desde la infancia con una adecuada educación básica en alimentación.