Lo peor del mal de las vacas locas o encefalopatía espongiforme bovina (EEB) está por llegar. "El 2003 será clave para conocer el verdadero alcance de la epidemia. Cabe esperar uno, dos o más casos en humanos en España", pronostica Juan José Badiola, responsable del Laboratorio Nacional de Referencia de la enfermedad. Los casos en animales crecieron en el 2002 un 50% y ya se elevan a 206. "Si en Francia, con 735 animales detectados, ha habido ya cinco víctimas humanas, en España habrá algún caso", asegura el investigador.

Los casos de Creutzfeld Jakob, como se denomina a la variante humana de esta enfermedad, ya superan los 130 en Inglaterra, país en el que han vivido numerosos españoles desde que en los años 90 apareció la EEB y se disparó hasta llegar a afectar a un total de 183.000 reses. En Extremadura se ha detectado la enfermedad en once reses desde el inicio.

NO PONER LA MANO EN EL FUEGO

"Puede haber otra variante en humanos y que no la hayamos identificado todavía. Yo no pondría la mano en el fuego --advierte Badiola--. Hace falta más investigación sobre esta enfermedad de la que se conoce muy poco y no es conveniente bajar la guardia, ya que la percepeción de riesgo desde el punto de vista de la salud pública, como pasa con el sida, está desapareciendo".

Dos años después de la de aparición del mal, el balance revela que la epidemia está en auge. El número de reses enfermas, lejos de remitir, ha crecido a un ritmo de tres casos por semana. Los expertos consideran que era lo que cabía esperar, ya que las harinas cárnicas ilegales que produjeron la enfermedad siguieron usándose tras su prohibición por la UE en 1994, y la adaptación de la norma en España en 1996. Y, seguramente, se utilizaron hasta el 2000. "De momento los datos confirman que no se acató la prohibición hasta 1998, ya que el mal tarda cinco años en incubarse", explica Badiola.

TENDENCIA ASCENDENTE

La cifra de reses afectadas muestra una tendencia ascendente, que se puede mantener hasta el 2005 para empezar a disminuir después si, como se teme, se usaron piensos contaminados hasta el 2000. Inglaterra mostró una subida y una bajada que puede servir de ejemplo cuando se hizo efectiva la prohibición.

Algunos especialistas apuntan que hasta el 2010 seguirán declarándose nuevos casos de animales con EEB. Esos mismos expertos recuerdan que la Administración permitió en el 2001 que más de 80.000 reses, la mayoría viejas y sospechosas, fueran eliminadas directamente.

Su análisis habría elevado el número de casos, que oficialmente sólo fueron 82. Los datos del 2002 también reflejan un cambio de tendencia. Hasta hace poco, el 40% de las vacas enfermas se detectaban en los mataderos. Ahora este porcentaje se ha reducido al 28% y más del 50% se detecta en las granjas. "Este es un dato positivo, porque supone un menor riesgo de que animales enfermos lleguen en la cadena alimentaria humana", dice Badiola.

Paralelamente, se ha producido un largo silencio oficial y los presupuestos del Gobierno para atajar la epidemia se han reducido en un 94% con respecto al 2000. De los 370,4 millones de euros (61.700 millones de pesetas), destinados ese año se pasó a 17,5 millones de euros (3.000 de pesetas) en el 2001, y 21 millones de euros (3.494 de pesetas) en el 2002. La Unión de Pequeños Agricultores (UPA) considera que los controles han bajado. "No hay una unidad central de seguimiento y las comisiones interministerial y científica que vigilaban el problema han quedado en nada", denuncia su secretario general, Fernando Moraleda.

Un informe de este sindicato revela que la Agencia de Seguridad Alimentaria, que debería ocuparse del problema, ha sido dotada de un presupuesto "ridículo" que la convierte en una entidad "nada operativa".