Los inmigrantes que se han asentado en Extremadura enviaron el pasado año a sus países de origen alrededor de 50 millones de euros, según se desprende de un informe realizado por el Ministerio de Economía. En dicho informe se indica que aproximadamente ocho de cada diez extranjeros de los que viven en la región mandan remesas a sus familiares. El resto no lo hace, bien por haber conseguido ya traer su familia a Extremadura o bien porque carece de capacidad económica para enviar dinero.

En cuanto a la frecuencia de los envíos y la cantidad que se manda cada vez, un estudio realizado por La Caixa refleja que se hacen alrededor de una decena de remesas por año y la media en Extremadura es de 237 euros por vez. Esto supone que los inmigrantes residentes en la región están entre los más generosos con sus familias, ya que la media nacional no llega a los 214 euros por envío, y en regiones como Castilla-La Mancha la media es de poco más de 149 euros. Sólo los extranjeros que viven en el País Vasco y Navarra superan en remesas a los de Extremadura, al enviar cada vez más de 260 euros.

UNA GRAN AYUDA Aunque sobre el papel podría parecer que estos envíos son escasos, suponen un gran esfuerzo para los inmigrantes, la mayoría de los cuales no alcanza siguiera la condición de mileurista . La estimación es que lo que mandan anualmente a sus familias ronda la cuarta parte de sus escasos ingresos, y tienen que arreglárselas luego para sobrevivir con entre 500 y 600 euros por mes.

Además, la diferencia de salarios entre España y la mayor parte de los países receptores de las remesas (Latinoamérica, Este de Europa y Marruecos, fundamentalmente) da un gran valor a estos envíos.

Así, y según señalaba hace unos días el responsable de la organización Remesas.org, Iñigo Moré, en Cinco Días, una remesa de tipo medio puede suponer tres veces el salario mínimo de Bulgaria y una vez y media el de Marruecos.

COMPETENCIA Otro aspecto estudiado en el informe del Ministerio de Economía es el de los canales por los que los inmigrantes mandan su dinero a las familias.

Aquí también se perciben importantes diferencias entre lo que ocurre en Extremadura y lo que se da en otras regiones. Cuatro de cada diez inmigrantes que residen en la región utilizan los servicios de remesadoras (empresas especializadas en este tipo de negocio que operan en locutorios) y una proporción similar se inclinan por bancos y cajas. El resto elige los servicios de Correos o, incluso, recurren a amigos y conocidos para que lleven personalmente el dinero.

En el resto de España, las remesadoras copan aún el 70% del mercado, frente a menos del 30% de bancos y cajas. A favor de las primeras juega el hecho de que tienen horarios muy amplios y cuentan en los países de origen con gran cantidad de agentes. Además, se adaptan a los gustos del inmigrante y dan la opción de entregar el dinero en efectivo o mediante ingreso en una cuenta.

Mientras, en favor de las entidades financieras se plantean cuestiones como la seguridad en las operaciones y, últimamente, según indica Moré, una verdadera batalla en lo que a cobro de comisiones se refiere (oscilan en términos generales entre el 2% y el 10% del total del envío) puesto que bancos y cajas han visto una posibilidad de negocio en las remesas, además de una forma de captar nuevos clientes para otros productos.

Sin embargo, el responsable de Remesas.org alerta también de un riesgo al amparo de este nuevo mercado. Algunos países, como Colombia y Bolivia, ya han implantado tasas para estas transacciones. En el caso de Colombia se cobra a las firmas que gestionan remesas el 1% y en el de Bolivia el 0,4%. Aunque el impuesto no es a los inmigrantes, no es difícil pensar que son los que lo terminan pagando en forma de aumento de las comisiones, lo que podría llevarles a usar canales menos seguros.