Toda la maquinaria política en marcha para señalarlo y acusarlo de haber lanzado: «Las listas de espera sanitarias son un periodo de reflexión». Una declaración lapidaria, insultante para los pacientes, que corrió como la pólvora por las redes sociales (incluido Whatsapp) junto a una fotografía suya. Un daño irreparable para un consejero de Sanidad y Políticas Sociales que se ha convertido en diana de la oposición. Pero lo cierto es que este entrecomillado que se le atribuyó no fueron palabras textuales y recientes de José María Vergeles, sino parte de la introducción del II Plan Operativo Integral de Listas de Espera del SES, redactado en 2015, hace tres años. El concepto que se recoge sigue siendo ofensivo, aunque Vergeles defendiera después que es «literatura científica», pero hacer creer que se trataba de una manifestación directa y de hace tres días del consejero lo convirtió en una gran polémica que fue más allá de Extremadura. Hasta la revista de humor satírico El Jueves le dedicó una viñeta. El mensaje que quiso transmitir el PP había calado.

Ocurrió hace aproximadamente un mes, a más de un año de las elecciones pero, ¿quién duda de que fue el pistoletazo de salida de la precampaña?

La cita del 26 de mayo del 2019, donde las urnas volverán a decir quién gobierna en la región y en sus 388 municipios, se vive con cercanía. Y los principales partidos políticos empiezan a comportarse en clave electoral.

Los populares extremeños han visto en la Sanidad un arma arrojadiza inagotable para desgastar al partido que gobierna. Verdades como templos que hay falta de especialistas, que el tiempo medio para operarse está en 145 días y que suben los pacientes que quedan fuera de garantía (esto es, que superan los seis de meses de demora que permite la ley para la intervención quirúrgica). Aunque también esta misma semana los extremeños han puntuado al SES con su mejor nota de los últimos 15 años (un 6,61, no obstante, la media nacional está en 6,68).

Pero el PP tiene claro que la estrategia sanitaria funciona: en el último pleno lograron que Podemos y Cs apoyaran su propuesta de impulso para reprobar simbólicamente a Vergeles. Los populares y la formación morada también pidieron su dimisión.

SEGUNDA TÁCTICA / Después está el mercado laboral. Uno de los lemas de los populares reza: «Extremadura es líder en desempleo». Lo recuerdan siempre que tienen ocasión y cada vez con más frecuencia. A la vez que insisten en que la región encabeza, igualmente, la tasa de paro juvenil, de manera que se expulsa a «los mejores».

La realidad es que Extremadura sufre un 25,9% de desempleo, la cifra más alta del país, nueve puntos por encima de la media. Pero hay que recordar que en el Gobierno de Monago se llegó al 35,6%.

Eso sí, la bajada del número de parados es a costa de trabajos precarios con sueldos indignos y de la pérdida de población activa (esos jóvenes que se marchan).

La defensa del Ejecutivo socialista es apuntar a la reforma laboral. Precisamente el pasado Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, los sindicatos UGT y CCOO y el PSOE se dieron la mano para señalar al «verdadero culpable»: Rajoy.

CAMBIO DE RIVAL / Mientras el PP sigue considerando que el PSOE es su principal rival y que en la región el bipartidismo aguanta bien, Ciudadanos, casi sin pestañear, le gana terreno por la derecha. ¿Cuántos diputados dará Inés Arrimadas a Extremadura? ¿Cómo de alargada es la sombra de Cataluña?

La estrategia y la pose del partido naranja frente al referéndum y el independentismo, básicamente, levantar la bandera de España, ha logrado aumentar sus simpatizantes. Y lo que ocurre a nivel nacional repercute, para bien y para mal, a nivel autonómico (véase el caso Cifuentes). El último Barómetro del GESOP para EL PERIÓDICO dice que, ahora mismo, Cs ganaría las elecciones en España.

El PP confía en que los tendría de su parte, pero lo cierto es que el partido naranja insiste en que su prioridad siempre será la lista más votada. O dicho de otro modo: se arrimarán a quienes ofrezcan más poder.

LA OTRA BANDERA / En este ambiente preelectoral en que cada cual empieza a usar sus armas, el PSOE también saca su propia bandera: la del tren. El Ejecutivo de Guillermo Fernández Vara la enarbola como la gran reividicación. Tras el último incidente (un descarrilamiento cerca de Zafra), el presidente no ha dudado en alzar la voz en medios nacionales para lamentar, con más intensidad que nunca, la situación del ferrocarril en la comunidad. Es incuestionable que el panorama es decadente, pero también es cierto que sabe que el tema indigna y une a la mayoría. Con la manifestación en Madrid del 18N consiguieron transmitir que la pelea por un tren digno no es una cuestión solo de los socialistas que gobiernan, sino del interés de todos los extremeños.

¿Y Podemos? Sus arremetidas ya van directamente al PSOE. Ahora intentan convertir en su caballo de batalla la recién creada LEGIO (Ley Extremeña de Grandes Instalaciones de Ocio), una medida de urgencia para permitir un parque temático en Castilblanco donde se prometen dos mil empleos.

Aunque no presentarán enmiendas a la totalidad, es el único partido que se ha opuesto tajantemente llamándola «Ley de Casinos». Acusa a Vara de ofrecer «la mano de obra barata de los extremeños» y de querer convertir a la región en un «paraíso fiscal» por las bonificaciones que se ofrecen a los promotores (una deducción del 80% en el impuesto de juego).

El mensaje a transmitir es que siguen siendo los únicos que apuestan por otra forma de hacer política, aunque los vientos de Madrid no soplen a favor de la formación morada.