La ovación popular que inundó el National Mall de Washington cuando Barack Husein Obama cruzó la puerta del Capitolio, preparado para jurar el cargo de 44º presidente de EEUU, recordó la llegada del año nuevo. La ceremonia cumplió los requisitos previstos, en una capital fortificada. Tras jurar el cargo, con titubeo incluido, el primer presidente negro lanzó un ponderado discurso de corte local y universal, casi con autoridad papal. Recordó la guerra, pero prometió la paz.

"La grandeza no es nunca un regalo: hay que ganarla", advirtió Obama ante la multitud. "A partir de hoy tenemos que levantarnos, sacudir el polvo y continuar laborando para levantar América" arengó, estimulando la moral y la esperanza. El manto multicolor de la masa humana congregada en Washington DC escuchó el mensaje de fraternidad para el puchero humano que integra EEUU. Tendió una mano al adversario: "Pediremos respeto mutuo al mundo musulmán". Amigos de todos, siempre que busquen la paz.

La necesidad de "enfrentarnos a una nueva era" no debería constituir ningún problema para convivir en paz. "El mundo está cambiando, y nosotros, también", dijo. De la economía, a la sanidad, pasando por la educación, el mensaje presidencial fue realista y esperanzador. "Porque podemos realizar el sueño americano". Y que así sea, siempre y cuando no comporte un mal sueño para otros habitantes del planeta.

Todo el acto inaugural tuvo un clima de euforia festiva. En particular, durante la cabalgata entre el Capitolio y la Casa Blanca con música y carrozas, preludio de cenas y bailes. Como una celebración del Año Nuevo Obama, ya avanzado nuestro sombrío año nuevo, mientras los chinos esperan el suyo. Este será el Año Obama, porque el primer año de mandato acostumbra a colocar los pilares de una presidencia.