Lo de Feliz Navidad no se lo cree nadie estos días en Valdelacalzada. La época más emotiva del año ha pillado a los vecinos de esta localidad con los sentimientos a flor de piel, pero más que por lo señalado de las fechas, por la complicada situación que atraviesa la cooperativa Caval, pilar económico no solo de este municipio, sino prácticamente de toda la zona. Mucha gente está preocupada, pero algunos ya hablan de desesperación.

Es el caso de José Antonio Márquez, que vive con angustia la reclamación de los bancos del pago de sus créditos cuando tiene pendiente de cobrar unos 83.000 euros por su fruta. Está en lo que se podría calificar como grupo A de damnificados por la suspensión de pagos de la cooperativa: se ha quedado sin ver un céntimo de las campañas del 2008 y del 2009. A otros solo les deben la de este año y los más afortunados no tienen ninguna (muchos de ellos porque llevaban tiempo sin entregar fruta), pero están preocupados, como Juan José Fernández o Modesto Velasco, porque temen tener que afrontar responsabilidades en caso de quiebra.

También hay otro tipo de afectados, los que en su día firmaron algún aval --pensando que lo hacían en nombre de todos los socios de la cooperativa y que no entrañaba ningún riesgo-- y ahora ven como los bancos les piden que hagan frente a deudas de Caval con su patrimonio personal. Es el caso de Rosi Sánchez, que el pasado lunes recibió la última orden judicial en la se hace este tipo de reclamación a su marido, que hace unos años formó parte del consejo rector de la cooperativa (ahora la socia es ella).

Además, Rosi es trabajadora de la cooperativa pero, junto con otras compañeras (en la foto), ha decidido dejar de acudir a su puesto --pese a que está en marcha la campaña del brócoli-- hasta que les paguen las nóminas que les deben, ya que llevan sin ver un euro desde agosto. Así las cosas, asegura que su situación es "caótica" y que está "hasta el cuello", mientras se disculpa por fumar advirtiendo que ha recaído.

Incertidumbre y lamentos

No es la única. Son muchos los que aseguran haber vuelto a caer en la tentación del tabaco en los últimos tiempos y lo hacen precisamente en la ¡mprovisada sala de fumadores que ayer se creó a las puertas del salón de actos de Caval, donde tuvo lugar la asamblea informativa. Los "qué quieres que te diga, si no entendemos" se fundían con lamentaciones sobre la falta de solución de un problema que a muchos se les grande, tanto al menos como la deuda (27 millones de euros) a la que en teoría deben hacer frente.

Algunos, sin embargo, intentan ser optimistas y confiar en que el plan de viabilidad salga adelante, pero prefieren no dar sus nombres ni salir en las fotos. También a José García Benítez le gustaría que se aprobara, aunque reconoce verlo bastante improbable de momento. A su juicio, eso podría contribuir a que socios como él --también incluido en el grupo A , con 70.000 euros pendientes de cobro solo el año pasado-- lograran sus liquidaciones.

Para Lorenzo Ramos, secretario nacional de UPA y socio de la cooperativa, casos como el de José, Rosi o José Antonio, así como la dependencia de muchos negocios y familias de Caval, convierten su situación en un "problema social". "Lo que no puede ser es que los socios se hagan cargo de deudas imposibles. Estamos hablando de gente en situaciones muy complicadas. Otros tenemos más suerte y lo cierto es que todos hemos tenido culpa, por no abrir los ojos a tiempo, pero los bancos también tienen responsabilidad: si la gente pierde su cosecha, ellos tendrán que perder algo", defiende.