Su estado actual es "tranquilo". Nada que ver con el que presentaba el día después de las elecciones, sin poder disimular su desazón por unos resultados inesperados. Su partido, el PP, había perdido por primera vez la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Badajoz, tras cuatro legislaturas ganando por goleada. Coincidía con que también por primera vez Francisco Javier Fragoso se presentaba como candidato a la alcaldía, en la que sustituyó a Miguel Celdrán antes de que finalizase la legislatura. Las semanas posteriores fueron de desánimo. Había que negociar para asegurarse la investidura y el equipo de gobierno no estaba acostumbrado, no sabía, y Fragoso repitió hasta la saciedad que no sería "alcalde a cualquier precio". Cabía la posibilidad de que la oposición se organizase y presentase a otro candidato a la investidura. Pero en la nueva corporación, la oposición peca de novata y desde el principio --últimamente aún más--, se ha mostrado dividida, llegando a enfrentarse en los plenos.

De los 9 concejales del PSOE, sólo uno, Pedro Miranda, repetía y tanto los 3 de Podemos Recuperar Badajoz como los 2 de Ciudadanos se incorporaban a los banquillos. Ciudadanos dejó claro que permitiría gobernar a la lista más votada y así lo hizo, pero no gratis. A cambio, el PP tuvo que firmar un acuerdo con 21 puntos, que han marcado las negociaciones en al ayuntamiento estos primeros meses. Eso sí, Fragoso va a mirar con lupa la relación de compromisos y cumplirá lo estrictamente pactado, letra a letra, sin excederse ni una coma.

Lo más duro para el alcalde ha sido tener que prescindir de la mitad de los concejales liberados aunque él dice que lo peor ha sido despedir a personal de confianza. Antes eran 11 liberados y se ha tenido que organizar con 6 (más el alcalde). Sigue defendiendo que son insuficientes para una ciudad del tamaño de Badajoz, que no se puede gobernar en los ratos libres. Algunos de los que han perdido este importante sustento han sido recolocados en los escaños de la diputación.

Aunque Fragoso ha estado presente y al mando siempre --y así pretende que siga siendo-- de las negociaciones, de las distancias cortas se encarga el primer teniente de alcalde, Germán López Iglesias, con su don de gentes, sean del color que sean y hablen el idioma que hablen.

Sin duda el que no ha ido ganando protagonismo ha sido el portavoz de Ciudadanos, Luis García-Borruel, que cada dos por tres repasa el acuerdo de investidura para dar cuenta públicamente de los acuerdos que aún quedan pendientes y de los que no piensa olvidarse, al tiempo que sigue criticando que el equipo de gobierno aún no sabe dialogar. Su formación y la de Remigio Cordero son un soplo de aire fresco en el ayuntamiento, aunque desde posiciones muy distintas. Pero se nota en sus aportaciones que no se tienen que regir por los férreos compromisos y disciplinas de las siglas de los partidos mayoritarios. El PSOE ha querido hacer borrón y cuenta nueva y está más pendiente de cuestiones de forma y de organización interna del ayuntamiento, que de analizar el gobierno del PP y, aún menos, de hacer propuestas en positivo. Su lema es que había que poner orden en la forma de proceder de la corporación, como si olvidara su mochila, pues su partido no llega de nuevas.

Con el paréntesis del verano, apenas se han sacado adelante proyectos, salvo los que venían de atrás, aunque Fragoso defienda que la ciudad sigue su ritmo. El único acuerdo práctico que se ha adoptado es el que permitirá firmar un préstamo de 10,8 millones de euros para instalar led en todo el alumbrado público, una actuación que a priori solo tiene ventajas, pero que tampoco el PSOE ha sabido ver con buenos ojos alegando que hay otras prioridades. Luz es lo que esperan todos, y taquígrafo.