Más de 500 jóvenes acudieron a la Unidad de Trastornos Alimentarios de Badajoz en los últimos 3 años. Ellas padecían anorexia y bulimia nerviosas, enfermedades cuya prevalencia en mujeres jóvenes se sitúa en el 1%, en el primer caso, y el 3%, en el segundo.

--¿Qué es la anorexia y la bulimia y cuál es el perfil del enfermo?

--La anorexia se caracteriza por dejar de comer. Suelen evitar comer en familia y experimenta un adelgazamiento no explicable, pero que se corresponde con la reducción de la ingesta. La paciente se vuelve hiperactiva y hace mucho ejercicio. En el caso de la bulimia, lo habitual son los atracones, la desaparición de grandes cantidades de comida de la cocina y el vómito. El perfil tradicional es una chica joven (entre 15 y 18 años), aunque últimamente aparece en edades más tardías. Incluso vemos pacientes que llevan 20 años con el problema y nunca les habían diagnosticado. También ha casos de 11 y 12 años.

--¿Ambas enfermedades son complementarias?

--Aparecen de forma secuencial. Lo habitual es que se evolucione de la anorexia a la bulimia. Se empieza con un cuadro de anorexia y se recupera. A partir de ahí, sigue con atracones, vómitos y termina siendo bulímica. Recupera el peso, pero mantiene los atracones. En algunos casos muy raros se pasa de la bulimia a la anorexia.

--¿Se convierten en enfermedades crónicas?

--Lo normal es que se normalice la alimentación y el riesgo físico desaparezca, pero quedan secuelas en forma de miedo a engordar, pero no llega a comprometer su salud. Se cuidan y, a la hora de comer, no son capaces de hacerlo con libertad. El problema es que la vida de estas pacientes se para y el trabajo fundamental consiste en que vuelvan a recuperar su autonomía y funcionamiento como adulto.

--¿Los pacientes colaboran en su curación? ¿Y la familia?

--La paciente de anorexia tiene una actitud de orgullo. Se siente contenta de ser así porque tiene sensación de control, de estar dominando su vida y, muchas veces, llegan a la consulta obligadas por la familia o para demostrar que no les pasa nada y las dejen tranquilas. Con ellas, lo primero que hay que hacer es trabajar para que tomen conciencia de lo que les ocurre. En el caso de la bulimia, suelen ser conscientes de lo que les ocurre. Son pacientes de más edad, con muchos años arrastrando el problema y dispuestas a colaborar en la recuperación.

En cuanto a la familia, lo primero es no ser ciegos y no buscar argumentos para explicar el comportamiento. La familia debe estar dispuesta a reconocer que la enfermedad existe.

--¿Son enfermedades de los siglos XX y XXI?

--No. Hay casos históricos como el de Santa Catalina de Siena o el de la emperatriz de Austria. Pero sí cambia la motivación. Ahora los motivos son estéticos, por inseguridad en las relaciones interpersonales, burlas por el aspectos físico. Influye la promoción social de la delgadez como valor estético y ligado al éxito.

--¿Se diagnostican la vigorexia, potorexia y la ortorexia?

--Estamos en una época en la que se da nombre a todo y es negativo porque se crean enfermedades que no existen. La vigorexia (obsesión por el cuerpo) y la ortorexia (obsesión por la alimentación sana) no son similares a estas enfermedades, pero tienen la misma base del culto al cuerpo.