Satisfecho con la marcha de la guerra, el general Tommy Franks, comandante en jefe de las fuerzas norteamericanas en el Pérsico, prometió ayer que este conflicto será "como ningún otro en la historia", un asalto contra Irak basado en la "conmoción, la sorpresa y la flexibilidad", que emplea armas y municiones "a una escala nunca vista".

En su primera rueda de prensa desde el inicio del ataque a Irak, en la madrugada del pasado jueves, Franks dio cuenta de los miles de soldados iraquís "que se han rendido", entre 1.000 y 2.000 prisioneros, y también dijo saber con certeza que otros miles más han abandonado sus unidades. Los mandos militares estadounidenses están, además, dialogando con ciertos altos mandos militares iraquís, presumiblemente para su rendición, añadió.

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Franks dijo "no tener idea" de si Sadam Husein está vivo o muerto, pero aseguró que la forma en que se desarrolla la guerra no cambiará en función de lo que le pase al líder iraquí. Aunque reconoció que el Ejército estadounidense y sus aliados británicos no han hallado armas de destrucción masiva, uno de los argumentos de Washington para lanzar el ataque, el general aseguró que "no hay duda de que el régimen iraquí posee estas armas y que serán halladas".

Mientras, en su alocución de los sábados, George Bush advirtió de que la guerra "puede ser más larga y difícil de lo que algunos han previsto".