El Papa más mediático recibió finalmente sepultura a las 14.20 horas de ayer en la necrópolis de la basílica de San Pedro, las denominadas Grutas Vaticanas, tras un ceremonia en la plaza del templo, retransmitida por la televisión a todo el mundo, que congregó a más 300.000 feligreses, según el Vaticano. Unos 700.000 más siguieron las exequias, que se iniciaron a las 10 horas y se prolongaron durante tres horas, desde una treintena de pantallas gigantes instaladas en diferentes lugares de Roma. Además, 90 países retransmitieron la misa por televisión.

El acto, presidido por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, decano del colegio cardenalicio y guardián de la ortodoxia doctrinal durante más de dos décadas, reunió a los delegaciones oficiales de 170 países, entre las que figuraba la española, presidida por los Reyes, y a 137 líderes religiosos de otras confesiones.

Ratzinger, que fue arropado por 164 de los 183 cardenales existentes, rememoró en la homilía el sufrimiento padecido por Juan Pablo II en los últimos tiempos, elogiando su carácter "fecundo". Situó a su amigo y exjefe en "la ventana" del cielo y le pidió una bendición para los presentes. La multitud exigió en diferentes momentos al próximo pontífice que Wojtyla sea declarado santo "ya".

INTERRUPCIONES La homilía del purpurado fue interrumpida por los aplausos en 13 ocasiones, mientras el cadáver de Juan Pablo II reposaba en un féretro de ciprés que fue situado, casi a ras de suelo, ante el altar.

Previamente, antes de ser expuesto ante la multitud, el cardenal camarlengo, Eduardo Martínez Somalo, y el maestro de ceremonias de la Santa Sede, Piero Marini, habían procedido a cerrar el ataúd en el interior de la basílica, en el que introdujeron unas monedas acuñadas durante los cerca de 27 años de mandato del Pontífice y un documento que contenía un resumen de su vida.

El portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, no supo responder más tarde cuando se le preguntó si también se había depositado en la caja mortuoria un puñado de tierra polaca que la alcaldesa de Wadowice entregó al secretario del Pontífice, Stanislaw Dziwisz.

Al finalizar la misa, el féretro fue conducido a hombros al interior de la basílica, pero antes de penetrar en ella el cortejo se dio la vuelta y la caja cerrada fue levantada y exhibida durante unos segundos al público por última vez. Luego se le condujo a su última morada, en las grutas, que en breve se convertirán en un nuevo motivo de peregrinaje a la cuna de la cristiandad. Allí recibió sepultura, en un orificio excavado en la tierra, después de encajar el ataúd en una caja metálica que, a su vez, se introdujo en una caja de olmo.

Navarro Valls reveló posteriormente que Juan Pablo II descansaba rodeado de las tumbas de dos mujeres, las reinas Cristina de Suecia y Carlota de Chipre, muy cerca de Juan Pablo I, Pablo VI y San Pedro. Roma fue buena parte de la jornada en una inmensa isla peatonal La embajada polaca aseguró que un millón de ciudadanos de su país se habían desplazado hasta la capital italiana y fuentes municipales calcularon que

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