Incluso los más fervientes obamistas admiten que al presidente electo le resultará difícil plasmar en políticas concretas el prometido "cambio" ante la difícil situación que hereda de George Bush. Sin embargo, sí habrá un cambio evidente desde el mismo 20 de enero, cuando Obama jure el cargo.

Ese día, la primera familia estadounidense, el espejo en el que se mira EEUU para sentirse representado, será negra, y la primera dama, descendiente de esclavos, un hecho histórico en un país con una historia tan complicada en términos raciales. Esa imagen se verá antes de la jura del cargo de Obama, ya que ayer Bush anunció que ha invitado a la familia del presidente electo a la Casa Blanca.

"Será conmovedor ver al presidente Obama, su mujer, Michelle, y sus encantadoras hijas cruzar las puertas de la Casa Blanca", dijo ayer Bush. Consciente del sentir de tantos y tantos de sus compatriotas, el actual presidente añadió: "Sé que millones de estadounidenses se verán invadidos por el orgullo en este momento que sirve de inspiración y que muchos han esperado durante mucho tiempo".

EEUU, la nación que se fundó huyendo de un rey y que ha acabado entronizando a un emperador cada cuatro años (en palabras del historiador Stephen Graubard) suele tratar con devoción a las primeras damas y las familias de los presidentes.

Desde Eleanor Roosevelt y su trabajo por los derechos de las mujeres hasta el glamur de Jackie Kennedy, las primeras damas y sus familias son modelos a seguir por la ciudadanía. Por eso, cuando Malia (10 años) y Sasha (7 años) correteen por los jardines de la Casa Blanca con la mascota nueva que su padre les prometió el martes ante la nación, el cambio ya habrá empezado.