La ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, puso ayer todo su empeño en justificar y argumentar la tibia respuesta que el Gobierno español ha dado ante la dura represión marroquí en los campamentos-protesta de El Aaiún. Jiménez considera que una posición más combativa podría provocar la ruptura del diálogo con Rabat sobre este asunto y abandonaría a su suerte al pueblo saharaui, que en estos momentos no cuenta ni con el apoyo de EEUU ni de Francia, dos actores protagonistas que tienen en Marruecos a su aliado más fiel del Magreb. Jiménez dijo que las críticas "altisonantes" no asegurarían "una mayor respuesta" de Rabat.