El PP se enfrenta en estas horas a la crisis más seria y profunda de la era Rajoy. El líder de los populares presidió ayer la reunión del consejo de ministros que, a buen seguro, debió de haber sido una de las más complicadas de su mandato: mientras él repasaba con su Ejecutivo la semana, en la que se han aprobado los Presupuestos en el Congreso y ha salido la sentencia del caso Gürtel, el PSOE registraba en el Parlamento una moción de censura para obligarle a que haga las maletas y salga de La Moncloa. Ante el calvario político que se le viene encima, el presidente Mariano Rajoy protagonizó una rueda de prensa y avisó de que él pretende seguir por el bien del país, al entender que la moción de Sánchez responde al interés personal y «perjudica a España».

De la comparecencia del presidente se dedujo que pretende ganar tiempo (su especialidad) en un momento clave para su futuro, dado que el PSOE aún no tiene claro con qué partidos podrá contar para sacar adelante la moción.

Rajoy desde La Moncloa dejó claro que no piensa abandonar, que quiere seguir adelante porque va a recurrir la sentencia de la Gürtel y que no ve motivos para marcharse anticipadamente. Al contrario. Eso quiere decir que el líder de los conservadores pretende aguantar el pulso y obligar a la oposición a que se retrate. Esto es, llegar a la moción de censura de Sánchez sin dar facilidades a Cs y que tenga que decidir si la permite o no. Y comprobar de paso si el jefe de los socialistas está dispuesto a robarle la silla con el voto de los indepedentistas catalanes en un momento de desafío como el actual, con Carles Pugidemont en Alemania y Quim Torra como president investido y anunciado que al Estado le llegarán más curvas desde Cataluña. Todo mientras Pablo Iglesias, en Podemos, saluda la moción en los días en que ha puesto su cargo a disposición de sus bases para comprobar si siguen confiando en su liderazgo tras la compra de un chalet excesivo, según parte de sus compañeros de filas.

En todo caso desde Moncloa se sigue con especial ahinco el devenir de la estrategia de Ciudadanos. Habrá que aguardar al lunes para conocer la posición oficial y definitiva de Rivera. Desde su entorno se insiste en que no puede seguir apuntalando a Rajoy tras la sentencia Gürtel, que da por finiquitada la legislatura y que apuesta por elecciones. Si el PP no cede a esto, su idea aún sin concretar es intentar una segunda moción de censura (tercera de la legislatura tras la fallida de Iglesias) distinta a la de Sánchez.

En el Gobierno y en el PP se vive todo en estado de shock y, por el momento, se opta por dejar que los demás actúen, «cometan errores» mientras ellos se aferran a la resistencia aun siendo conscientes del via crucis político que tienen por delante. «No es la primera vez», recuerdan algunos de sus más veteranos dirigentes, sacando a colación que Rivera hizo campaña garantizando que no permitiría la investidura de Rajoy por la corrupción y exigiría otro candidato y al final «todo se quedó en humo». «El miércoles votó los Presupuestos del Gobierno de Rajoy, el que unas horas después dice que no sirve», puntualizaron desde el Grupo Popular.

Es cierto, pero esta vez los números para desbancar a Rajoy le son más propios a la oposición que hace unos años, pero sin una mayoría cierta a esta hora. Y a eso se agarran en Génova para salir a disparar al contrario: el coordinador de los populares, Fernando Martínez-Maillo, criticó con dureza a Sánchez por presentar una moción que a su entender desestabiliza a España «y da ventaja al indepedentismo y a quienes no apuestan por nuestro país».