Fray Guillermo, hermano custodio de la Orden Franciscana y Guardián del Real Monasterio de Guadalupe, explica qué va a suponer para el monasterio el Plan Director recientemente aprobado por la Consejería de Cultura y que establece las directrices a seguir en las reparaciones que se van a llevar a cabo a lo largo de la próxima década.

--En los cien años que lleva en Guadalupe la Comunidad Franciscana los trabajos de reforma han sido continuos. El plan director que se ha aprobado ahora supongo que se enmarca en esa línea de trabajos ininterrumpidos...

--Sin duda. Cuando se nos pregunta cuándo se construyó el Monasterio de Guadalupe habitualmente nosotros solemos responder que comienza a construirse en el siglo XIV y no ha terminado de construirse y de mantenerse. En esa cantidad de metros cuadrados necesariamente todos los días aparece un pequeño o grave problema que hay que solventar. Tanto más aún porque después de la desamortización, hasta principios del siglo XX estuvo en manos particulares y fue traspasado y dividido en trozos... Es fácil comprender que en esos cuarenta años sufrió todo un deterioro del que poco a poco se ha ido recuperando.

--¿Qué supone ahora esta intervención integral?

--Esto se produce a solicitud de la propia Comunidad Franciscana, que observó que era preciso que se confeccionase un plan director al igual que se había hecho con las catedrales. Pensábamos que era importante y capital apuntalar un plan director del real monasterio para que las actuaciones primero se jerarquizaran y luego pudiesen estar de acuerdo con lo que como diagnóstico general se había llevado ya a cabo. Por ejemplo, ¿qué adelantamos en actuar en las terrazas planas si no solventamos con anterioridad las causas que están provocando esas humedades?

--¿Hay algunas actuaciones realizadas en tiempo reciente que ahora hay que corregir?

--Sí, sin duda. Sin ir más lejos, las terrazas planas se reformaron hace unos quince años y se empleó el método de último impacto pensando que sería el definitivo. Luego resulta que ese mismo método nos ha llevado a descubrir que realmente utilizar PVC con alfombrilla y con piso permeable no ha sido lo útil que en aquel momento se creía.

--Da la impresión de que para ser Guardián de Guadalupe hay que tener algo más que unas nociones de arquitectura.

--Creo que sí, pero hay que aprender bastante de bastantes cosas y estar abierto a aprender todos los días, sin duda también de arquitectura y de elementos constructivos. En las comunidades monásticas siempre había un canónigo encargado de la fábrica del monumento.

--Las primeras obras coincidirán con el centenario de la Patrona de Extremadura. ¿No interferirán los trabajos en esos actos?

--Vamos a procurarlo y a poner de nuestra parte todo lo posible para que no se obstaculice ningún acto celebrativo. El mayor obstáculo, que a lo mejor puede ser hasta una ventaja, es que la actuación en el retablo mayor nos va a impedir ver la basílica como es en la actualidad, porque vamos a tener un andamiaje que nos tapa el retablo mayor, pero lo vestiremos con la serigrafía. La Virgen tiene un trono portátil que nos permitirá tener la imagen no en el camarín, como es habitual, sino colocada en el trono portátil, más próxima a la veneración de las personas. Las otras actuaciones son el exterior de la basílica.

--A veces da la impresión de que por su importancia turística se olvida que la principal razón de ser del monasterio es la religión.

--Sí, pero también tengo otra impresión, que en el corazón de todas las personas, incluso de las más reacias, la visita al monasterio interpela a sus convicciones. No es sólo la impresión, sino la experiencia de personas que han vivido 20 ó 30 años alejadas de toda experiencia religiosa y han acudido al santuario y han terminado viviendo un momento de reconciliación consigo mismos y con Dios.

--No sé si a usted como Guardián del Monasterio le llega toda la polémica que ha habido en los últimos años con respecto a si el monasterio debería estar adscrito a la Iglesia extremeña en lugar de a Toledo.

--Necesitaría una hora para responder y a lo mejor no lo podría hacer con simplicidad, porque es un tema complejo.

--¿Pero cuál es su opinión al respecto?

--Comprendo la preocupación de los medios por este tema, pero creo que todos tenemos que tener en cuenta varias cosas. La primera, es que el territorio de las diócesis y las jurisdicciones eclesiásticas no coincide con los límites de las provincias y de las regiones, y eso no ocurre sólo en Extremadura. La diócesis de Plasencia, por ejemplo, llega hasta Salamanca. También todo el mundo debe saber que Guadalupe es Extremadura, y es algo que eclesialmente está encardinado a la archidiócesis de Toledo. Pero no sólo es Guadalupe, eso ocurre con muchas otras comunidades parroquiales de Extremadura. Otro punto importante es que Guadalupe vive un sincero sentido de gratitud a la archidiócesis de Toledo, y a mí me consta que también toda la Extremadura que pertenece a a Toledo, porque es una dedicación y un cuidado que hay que reconocer y valorar. A mí todo esto no me ha privado nunca de poder reconocer, y en muchos momentos expresar, que me parece muy digno, justo y razonable el pensamiento de los extremeños que vienen expresando el deseo de que se revise la pertenencia eclesial del monasterio. Me parece que es un deseo que debe escucharse, pero hay que tener la suficiente calma y paz para saber que la Iglesia es madre y escuchará.