"Desconcierto e indignación". Este es el ambiente que se respira en Madrigalejo, la localidad cacereña que no sale de su asombro desde el pasado jueves. Cada día hay una nuevo caso que contar y que se une a los que destaparon el entramado del director de la sucursal BanCorreos en el municipio desde el año 99.

Estas historias arrojan luz a las presuntas ilícitas actuaciones que Abel F. llevó a cabo con los ahorros de muchos de los vecinos de la localidad sin levantar la más mínima sospecha durante años. El caso de Felipe Arias, es solo eso, un caso más de las decenas de fraudes que tienen para contar. Según él, jardinero municipal, casado y padre de dos niñas, su situación no es de las peores, porque a le han estafado presuntamente unos 40.000 euros a través de un fondo de inversión, al parecer falso, pero "hay gente que tenía todos sus ahorros ahí y en algunos casos se habla de hasta cien y doscientos mil euros", relata Arias.

Sin nada se ha quedado Tomás Mateos, un agricultor que trabajaba con su mujer desde hace años las tierras y el ganado del presunto estafador. "Nos ha llevado a la ruina para toda la vida", comenta. Ahora se siente engañado porque como su jefe que era "confiaba en él". Algunos vecinos aseguran que encima debe seguir trabajando las tierras porque sino pierde sus derechos y que incluso el director de la sucursal le ha llamado para aconsejarle un abogado.

Con una mayor o menor cantidad, los 40.000 euros que le han desaparecido a Arias "eran los ahorros que guardaba para que mis hijas estudiaran cuando fueran mayores". El y el resto de afectados ya han aparcado el miedo a hacer pública sus historias pese a los consejos de no hacerlo. "Al principio estábamos asustados, algunos temían que el banco tomara represalias y no nos devolviera nuestro dinero, pero esto tiene que saberse".

Arias y el director del banco se conocían desde el 83 y entablaron amistad cuando Abel F. le propuso entrenar a un equipo de fútbol local que acababa de crear y que él presidía. "Por la amistad que nos unió jamás sospeché de él, bueno, ni yo ni nadie". Pero la realidad es que "ha dejado limpias muchas cartillas" sin levantar sospecha. "Este hombre debe ser una verdadera computadora. Se necesita un buen cerebro para maniobrar las cuentas de entre 20 y 40 personas durante años". Incluso, explican, sacaba el dinero de la cuenta de un vecino que ya había fallecido a nombre de este. Su hijo descubrió el entramado.

"Era una hombre campechano muy influyente, con una solvencia económica enorme", así define Arias al presunto estafador. Cuentan que nació en un pueblo de zamora y desde hacía unos 40 años vivía en Madrigalejo. Estaba casado con una vecina de la localidad cacereña de 2.000 habitantes, donde vivía con su esposa y dos hijos de entre 20 y 26 años de edad.