Si hubiera que elegir sólo una de las centenares de imágenes que Yasir Arafat ha deparado en sus 75 años de vida, tal vez sería la del 13 de noviembre de 1974. Ese día Arafat dijo a la Asamblea General de la ONU: "Traigo una rama de olivo y la pistola de un luchador por la libertad. No dejen que la rama se caiga de mi mano". Terrorista o Nobel de la Paz. Esta dicotomía marca la vida de Arafat, el hacedor de un pueblo, el hombre que creó una causa, la palestina, por la que vivió, luchó, mató y murió.

Mohamed Abdel Ramán Abdel Rauf Arafat al Qudua al Huseini primero se construyó como palestino antes de inventar el pueblo palestino. Nacido en El Cairo en 1929 de madre palestina y padre egipcio de Gaza, Arafat siempre defendió hasta el sonrojo que nació en Jerusalén. Una ficción --desmentida por sus biógrafos-- que daba un toque de palestinidad a alguien que siempre tuvo claro que los palestinos no debían ser un peón de las tortuosas estrategias de los países árabes. De ahí esa kufiya que caía sobre su espalda simulando el mapa de Palestina y que en los últimos años ocultaba su alopecia. Y de ahí su nombre de guerra, Abú Amar, el de un guerrero del profeta Mahoma.

Arafat tuvo problemas en casi todos los países árabes que lo acogieron. El joven Arafat de El Cairo estaba en el punto de mira del régimen egipcio por sus coqueteos con los Hermanos Musulmanes. Fue en Kuwait donde en 1958 fundó Al Fatah, la piedra angular del movimiento de liberación nacional palestino. Ese Arafat ya demostraba entonces sus virtudes --la oratoria, la agitación-- y sus defectos: la incapacidad organizativa, aunque para eso estaban sus lugartenientes históricos: Jalil al Wazir (Abú Yihad ) y Salá Jalaf (Abú Iyad ). En esos tiempos panarabistas, Al Fatah apelaba a la lucha armada de los palestinos y, coherentemente, se negó a entrar en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que nació en 1964 auspiciada por el presidente egipcio, Nasser.

Cambio de panorama

La guerra de los Seis Días, en 1967, cambió el panorama en la región. La estrepitosa derrota árabe a manos de Israel borró del mapa el concepto de conflicto árabe-israelí. Las incursiones de los guerrilleros de Al Fatah dieron a los palestinos una causa propia por la que luchar. A fina-

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