"He tenido que estrujarme la cabeza un poco". Ana Parejo se sorprende porque la mayoría de sus compañeros aseguren que las pruebas de la evaluación de diagnóstico a las que ayer se sometieron todos los alumnos de 2º de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en Extremadura han sido fáciles. Son los estudiantes del grupo F del Instituto de Educación Secundaria (IES) Santa Eulalia, de Mérida, y, en general, estaban muy satisfechos tras finalizar unos ejercicios que esperaban más complicados.

"Yo también creía que iban ser más difíciles, pero algunos problemas me han costado un poco", reconoce Ana, que achaca la dificultad a que en clase están más acostumbrados a "hacer cuentas sueltas". Precisamente, esa es la principal novedad que introduce esta prueba, ya que, como la normativa en la que está prevista (la Ley Orgánica de Educación) evalúa las competencias básicas, es decir, que en vez de preguntar solo por los conocimientos, mide si los estudiantes saben aplicarlos a la vida cotidiana.

Después están las preferencias de cada uno, claro, y así mientras que a la mayor parte de la clase le ha parecido más difícil la prueba de matemáticas, a Juan Arias le resultó más complicada la de lengua. No obstante, todos coinciden en que ha sido más sencillo de lo que esperaban, ya que temían incluso que les preguntaran por cosas que aún no habían aprendido.

Sin embargo, a estas alturas del curso los contenidos programadas ya están bastante avanzados. Es por ello y para adelantarse a los exámenes finales de junio que desde la Consejería de Educación se ha seleccionado el mes de mayo, una decisión que el equipo directivo del IES aplaude, como en general el desarrollo de las pruebas. "No hemos tenido problemas en efectuarlas porque estaban bien organizadas. De hecho, ya nos reunieron hace un mes para explicarnos cómo iban a llevarse a cabo", detalla el director, Cecilio Muñoz.

A esa buena planificación se ha unido una puesta en escena bastante espectacular, con sobres precintados que no podían abrirse hasta una determinada hora, con objeto de que las pruebas se llevaran a cabo en toda la región de forma sincronizada. "Eso ha contribuido a que los estudiantes se lo tomaran en serio, pese a que sabían que no tenía efectos académicos", comenta el orientador del instituto emeritense, José Luis Ramos. Ahora solo falta, como espera la profesora Valentina Lázaro, "que sirva para algo".