La capacidad de Irak para atacar con armas químicas provoca cada vez más preocupación cara a la inminente operación militar de las tropas estadounidenses y británicas en el Pérsico. Sin embargo, expertos rusos en seguridad química aseguran que el peligro está en otra parte, y advierten de que los arsenales químicos y biológicos de Rusia, heredados de la extinta Unión Soviética, suponen un peligro mucho más real.

"Los arsenales químicos de Rusia son suficientes para aniquilar todo bicho viviente sobre una tercera parte del territorio europeo. Sin embargo, el Gobierno no tiene recursos propios para mantener los enormes depósitos de armamento, ni para destruirlos conforme a los tratados internacionales", dijo Sergei Kiriyenko, presidente de la Comisión Estatal para la Destrucción de Armas Químicas.

A PASO DE TORTUGA

Debido a la escasez de fondos, Rusia destruirá en el 2003 sólo el 1% de sus enormes reservas de armamento químico, que según los datos oficiales ascienden a 40 mil toneladas de misiles, proyectiles y otras municiones concentrados en siete depósitos militares. Estas armas tienen que ser destruidas antes del 2007 de acuerdo con el Tratado de la Convención de Armas Químicas que Rusia ha firmado.

Sin embargo, Lev Fiodorov, presidente de la Unión para la Seguridad Química Rusa, opina que se trata de un plazo inviable no sólo por la falta de dinero, sino porque la cifra real de las armas químicas almacenadas en los depósitos militares es de unas 200.000 toneladas.

"El Tratado de la Convención de Armas Químicas no obliga a Rusia a destruir el armamento producido y enterrado antes de 1977, y la mayor parte de estas armas fue soterrada o almacenada por los militares sin los procedimientos adecuados", dijo Fiodorov a este diario.

Grupos de ecologistas han encontrado más de 350 cementerios de armas químicas en toda Rusia, tres de ellos en zonas residenciales de Moscú.