El caso de Felipe y Marta (nombres supuestos) no es excepcional. Pertenecen al área de Llerena y cuando ella quedó embarazada anunciaron que deseaban que se aplicase la epidural en el parto. "En Llerena nos dijeron que ya no la ponían, que teníamos que irnos a Badajoz (a hora y media de camino)".

Cuando pidieron explicaciones "nos dicen que empezaron a poner la epidural, pero lo hacía el anestesista de guardia, por lo que si se presentaba alguna urgencia, tenía que marcharse y dejar el parto".

La alternativa de Badajoz tenía otro problema. "Para que el parto fuese en Badajoz, todo el seguimiento del embarazo tenía que hacerse allí", señala Marta, y añade: "Esto supone que para ir al ginecólogo y a monitores teníamos que hacer un viaje de hora y media".

Alguien les comentó una posible vía intermedia: hacer el seguimiento en Llerena, y en el momento en que se presentasen los primeros síntomas del alumbramiento irse a Badajoz, entrar por urgencias y pedir la epidural. Así lo hicieron, pero no resultó. "Al llegar dijeron que, pese a tener contracciones, el parto no era aún inminente, y nos mandaron a casa, pese a que hay mujeres que son ingresadas y están hasta cinco días allí", manifiestan. No regresaron a casa por temor a no llegar. Cuando las contracciones fueron más seguidas, volvieron al hospital. "No les alegró volver a vernos", indica Marta con ironía, "trataron de mandarme para atrás, pero las contracciones eran cada dos minutos y no se atrevieron". Fue entonces cuando ella pidió la epidural.

"Primero la tuvieron en monitores dos horas, y luego llamaron al anestesista, que pidió unas pruebas", apunta Felipe. Para cuando llegó el resultado, la dilatación había pasado de tres a ocho centímetros, "y dijeron que así no la ponían". Así que Marta parió sin epidural, "y encima estuvimos los tres días muy lejos de casa".

No es un caso excepcional. De hecho, según apuntaron a EL PERIODICO desde el hospital de Llerena, la Maternidad de este centro está prácticamente sin niños.

Y es que son muchas las mujeres que afrontan los desplazamientos largos para tener acceso a la epidural. Así sucede en Baterno o Helechosa, todos del área de Don Benito, y donde las mujeres han de ir a Mérida, lo que les supone viajes de casi cinco horas entre ida y vuelta. Caso similar lo padecen en Granja de Torrehermosa o Malcocinado, del área de Zafra-Llerena, donde la elección del parto sin dolor puede convertirse en un parto en la carretera.